Jeno entró en la casa, mirando a su alrededor, esperando encontrar rostros familiares.
Suspiró, cuando vio a Chenle comiéndose la boca con alguien.
Sólo le recordaba a Jaemin. Todo a su alrededor, ahora mismo, le recordaba a Jaemin.
Después de todo, se conocieron en una fiesta.
Jeno hizo un recorrido por la casa, saludando a la pareja que organizó la fiesta, antes de deambular.
Frunció el ceño al ver a un niño bastante pequeño, bajito con mechones grises, que saltaba para tomar una lata de crema batida.
El niño había usado una sudadera con capucha corta, que se levantó debido a que él saltaba, revelando unas medias de red, lo que hizo que Jeno se congelara.
Un niño con medias de red. Parecía bastante familiar.
Decidió ayudar al niño, ya que parecía demasiado derrotado, y marcharse lo más rápido posible, ya que no quería asociarse con la gente.
Se cernió sobre el chico, agarró la lata y se la dio.
— Gracias-
Fue como si el tiempo se hubiera congelado para los dos, ya que los ojos grises se clavaron en los azules. Un sentimiento de nostalgia se apoderó de ellos.
— Gracias, Jeno — murmuró Jaemin, alejándose, olvidándose de su hambre.
— ¡Jaemin!
Jeno no sabía por qué llamó a Jaemin. Tal vez porque hubo tantas palabras sin decir, tantas promesas que quedaron, tantas oportunidades perdidas.
Jeno no iba a dejar que esto desapareciera. No dejaría que sus tres meses de sufrimiento no le trajeran nada.
Llámalo delirante, pero Jeno creía que esto era el destino.
Jaemin se volvió, sus ojos se agrandaron, haciéndolo lucir como un adorable cachorro y Jeno se enamoró de nuevo.
Llámalo delirante, pero Jeno creía que esto era el destino.
Jaemin se volvió, sus ojos se agrandaron, haciéndolo lucir como un adorable cachorro y Jeno se enamoró de nuevo.
— ¿Sí?
— ¿Podemos... Podemos pasar el rato? Aquí hay demasiado ruido — dijo, su mano moviéndose hacia la espalda de Jaemin.
Jaemin quería decir que no. Realmente lo hizo.
Pero lo sabía mejor.
Había terminado de sufrir. Había terminado de llorar todas las noches. Quizás hablarlo todo lo ayudaría.
— Por supuesto — Jaemin sonrió y caminaron hacia el jardín, sus corazones latían con anticipación.
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