Loveless

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Era tarde en la noche, la luna brillaba en lo alto alumbrando las calles de la aldea oculta entre las hojas, Konohagakure. Nadie paseaba por los caminos, las casas en construcción mantenían las luces de las velas apagadas, declarando el sueño de los dueños de dichas viviendas.

Entre casas y casas, una se alzaba a las afueras de la pequeña aldea en proceso. Justo en el medio del gran barrio destinado para uno de los clanes fundadores, una gran mansión de estilo tradicional con el símbolo distintivo, un pai pai rojo y blanco. Dentro de una de las grandes y espaciosas habitaciones, recostado sobre un futón estaba el esposo omega del líder del clan Uchiha. Su mirada estaba perdida en el techo, su mente en el olor residual del incienso que su hermano menor le había regalado el día de su boda. Sus manos acariciaban su enorme barriga, dentro de su piel un bebé crecía en su interior.

Madara Uchiha, líder de un clan fuerte, cofundador de la aldea de sus sueños, un alfa pura sangre, su mejor amigo de la infancia, su cómplice, su amante y su ahora esposo.

Esposo, esa palabra en Madara se sentía rara, como si no encajara con el hombre de cara y porte serios y rectos.

Había pasado un año desde su matrimonio, su vida impuesta por los sabios de ambos clanes para dar ejemplo que la paz si era posible y que la guerra había llegado, por fin, a su final. Calcularon el celo de Hashirama, los casaron unos pocos días antes y tuvieron su rutina juntos. El Senju, que ahora era Uchiha, quedó embarazado enseguida en esa primera ronda. Muchas cosas pasaron en poco tiempo; boda; apareamiento; bebé; líderes de una aldea y de dos clanes poderosos. Sus propios sentimientos nunca fueron cuestionados, como se esperaba que fuera en este ámbito político pues solo era un útero con piernas. De alguna forma, los que estaban fuera de todo este politiqueo asumieron que los dos, Hashirama y Madara, ya se gustaban mucho antes.

Eso provocó una montaña rusa en el moreno, no es que no amara a Madara que ahora era su alfa. No, simplemente, ante sus ojos, el seguía siendo el pequeño amigo que compartía historias junto al río. Los dos sin sus sexos secundarios, libres de toda cuestión social y estamental. El hecho que Hashirama no se hubiera negado o quejado por el matrimonio forzado no significaba nada en sentido romántico; además, tenía en cuenta sobretodo la estabilidad de su gente, y el hecho de que conociera tan bien al Uchiha lo hacia sentir seguro con él. Era su más preciado amigo, se entregó a todas las cuestiones políticas por su aldea y por él, que no lo usaría como un simple útero destinado a cargar su descendencia sino que lo miraría como un igual como en el campo de batalla. Madara también parecía sentir lo mismo, él tampoco se negó a nada y asumió su papel con calma, dejando de lado a su alfa explosivo, rebelde y orgulloso.

Hashirama saltó un pequeño gruñido por una repentina patada. Tenía que decir que su bebé era tranquilo, apenas se movía, normalmente sucedía cuando estaba en compañía del azabache más bajo. La sonrisa tenue y suave de Madara le decía que estaba feliz, su olor a madera quemada y fuego se relajaba a su lado, dejando de ser un olor tan profundo y menos agobiante.

El moreno recordó su apareamiento, con lo poderoso que era su marido en el campo de batalla, en ese momento fue todo lo contrario. Lo tocó con dulzura, lo preparó adecuadamente, le dio miradas para pedir permiso y lo reclamó con tranquilidad y suavidad. Fue bonito, agradable y tierno. Cuando su celo acabó, hablaron un poco sobre sus pensamientos. Hashirama había tenido encuentros antes, Butsuma no podía soportar ver y oler la desesperación de su hijo por lo que le conseguía betas entrenados para que lo cuidasen aunque luego eran desaparecidos sin explicaciones. Madara, por otra parte, nunca tuvo más que sus manos y el roce de sus propias cobijas. Verlo con el rostro del sonrojado mientras le confesaba su falta de experiencia hizo reír a Hashirama, lo atrajo a un pequeño y casto beso.

Días después, un curador Senju lo revisó y confirmó su gravidez. Fue una buena noticia para los sabios que enseguida la hicieron pública. Los otros miembros del clan Uchiha lo saludaban con sus frías palabra de felicitación, su hermano le regaló una manta para su hijo con el símbolo del clan Senju en vez del de su esposo, sabía que era una provocación de Tobirama pero lo dejo pasar. Los demás aldeanos lo felicitaron con algunos regalos sencillos. Cuando le tocó decírselo a su esposo, el tocó su vientre en silencio pero su olor lo delató, estaba feliz y eso contentaba al Senju.

Loveless [MadaHashi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora