𝐢. hogwarts letter

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raison d'être, 𝗁𝖺𝗋𝗋𝗒 𝗉𝗈𝗍𝗍𝖾𝗋 ༘✶
  𝐂𝐀𝐏. 𝐎𝟏 𝖼𝖺𝗋𝗍𝖺 𝖽𝖾 𝗁𝗈𝗀𝗐𝖺𝗋𝗍𝗌
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                    ESTABA CLARÍSIMO: LA GATITA NEGRA no había tenido nada que ver; todo había sido culpa de la gatita blanca

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                    ESTABA CLARÍSIMO: LA GATITA NEGRA no había tenido nada que ver; todo había sido culpa de la gatita blanca. La gatita negra no pudo haber participado en la trastada porque llevaba un cuarto de hora dejando que la gata vieja le lavase la cara sin decir ni miau.

Así es como Daisy lavaba la cara a sus hijitos: primero le pisaba la oreja al pobrecillo de turno con una pata y luego le restregaba la otra por todo el hocico, pero al revés, empezando por el hocico; y en eso estaba mientras la gatita negra, tumbada y muy quietecita, como he dicho, trataba de ronronear; quizás porque entendía que todo aquello era por su bien.

A la gatita blanca, en cambio, esa tarde la habían acicalado antes; y mientras Sophie, acurrucada en una esquina del gran sillón, medio dormía y medio peroraba, la gatita blanca no había parado de juguetear alegremente con el ovillo de lana que la niña acababa de enrollar, haciéndolo rodar de aquí para allá hasta desenrollarlo del todo. Allí, en medio de esa maraña de nudos desplegada sobre la alfombrilla del hogar, jugaba a atrapar su propia cola.

—¡Pero qué animalito tan malo! —chilló Sophie, alzándola y dándole un besito en señal de que la cosa iba en serio—. ¡Daisy debería haberte enseñado mejores modales! ¡Debiste hacerlo, Daisy, bien lo sabes! —añadió con una mirada de reproche dirigida a la gata vieja, en el tono más severo posible, antes de volver a apoltronarse en el sillón con la gatita y empezar a enrollar la lana otra vez.

Pero como hablaba sin parar, a ratos con la gatita y a ratos consigo misma, no adelantaba gran cosa. Raven, primorosamente sentada en su rodilla, aparentaba seguir la evolución del ovillo y de vez en cuando estiraba una patita y lo tocaba con suavidad, como si estuviese encantada de poder ayudar.

—¿Sabes qué día es mañana, Raven? —arrancó Sophie—. Lo habrías adivinado si te hubieras asomado a la ventana conmigo. Claro que Daisy te estaba aseando y no podías. He visto a la tía Frannie llevando bandejas de comida a la cabaña entre los jardines. ¡Un montón, Raven! Sólo que ha empezado a hacer mucho calor y se ha alzado mucho el sol y ha tenido que dejar el resto para más tarde, supongo. No importa, Raven, ya iremos a ver cuánto se ha llevado mañana.

Y al decir esto dio dos o tres vueltas a la lana alrededor del cuello de la gatita, sólo por ver cómo quedaba, y a continuación rodó el ovillo por el suelo y volvió a desovillarse.

—Me has hecho enfadar mucho, Raven, ¿lo sabías? —continuó Sophie en cuanto se reacomodaron—. ¡Cuando he visto la que has deshecho las lanitas, casi abro la ventana y te echo a la nieve! Y te lo habrías merecido, cosita traviesa. ¿Tienes algo que decir a tu favor? ¡Oye, no me interrumpas! —la riñó con el dedo en alto—. Te diré todo lo que has hecho mal. Uno: has chillado dos veces mientras Daisy te lavaba la cara. No irás a negarlo, Raven: ¡te he oído! ¿Cómo dices? —Acercó el oído como si la gatita hubiera hablado—. ¿Se te metió la zarpa en el ojo? Bueno, pues mira, es culpa tuya por no haberlos cerrado. Si los hubieras apretado muy fuerte, no habría pasado nada. ¡Deja ya de poner excusas y atiende! Dos: has apartado a Copito por la cola cuando le he puesto el cuenco de leche delante. ¡No me digas que tenías tú más sed que él, porque eso no puedes saberlo! Y tres: ¡has deshecho todo el ovillo aprovechando que yo no miraba!

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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𝗿𝗮𝗶𝘀𝗼𝗻 𝗱'𝗲̂𝘁𝗿𝗲, harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora