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—alza más la voz —demandó el rubio a la muchacha quien sujetaba su cuello sintiendo que ardía levemente —. Si no hablas más alto no te van a escuchar

—eso hago —se quejo —. ¿Puedo al menos descansar? Me tienes parada practicando mi discurso desde hace dos horas

—bien, descansa —suspiro arto de sus quejas

Abrió sus ojos con sorpresa al ver que ella se echaba en la arena como un hombre que acaba de salir de la tormenta, cayó con tan poca gracia que esa no era la princesa que conocía hace no más de dos meses, su respiración era tranquila, sus brazos extendidos en ambos lados de su cuerpo y sus piernas casi abiertas, sudaba, se notaba mucho que si, en efecto estaba tan cansada que bien podría quedarse dormida en ese mismo instante, pero el calor probablemente no la dejaría.

—que poca gracia caíste —se burló internamente —. ¿Y tus estudios y modales?

—se fueron como el pastel que se llevó la gaviota —exclamó con risa recordando que el día anterior había hecho un pequeño picnic con el Dios llevando un pastel, pastel el cual se llevó una gaviota a quien sabe donde

—y mi paciencia se ira si sigues diciendo tonterías —se sentó aún lado cruzado de brazos mirándola, seguía en la misma postura y su pecho subía h bajaba con tranquilidad —. De verdad, ¿cómo puedes tener ocurrencias para decir ciertas estupideces?

—o no lo sé, ¿será por el echo de que me hicieron estudiar al cansancio quitandome mi infancia? —respondió haciendo que este le mirase con algo de reproche —. Te lo dije una vez, nunca pude ser una niña, no me dejaban jugar, mucho menos hablar con mi hermana en algún punto, peor aún, ni siquiera poder hacer algo que me gusta

—es verdad —volvió a ver el mar —. ¿Alguna vez tuviste un amigo?

—si, una vez tuve un amigo, que hará es guardia del palacio y pues, ahora es como si nunca nos hubiéramos conocido —exclamó mientras se sentaba abrazando sus piernas —. ¿Y tu?

—no —respondió frío —. Nunca los he necesitado

—¡oh! —dijo con sorpresa mirandolo —. Se me había olvidado como pensabas, per sea como sea. Siento que eres mi buen amigo, Poseidón

Él rubio le miró extrañado ante lo que ella dijo, no se imagino que la dulce princesa de Corinto, su ciudad, fuera darle dicha confesión, este frunció su ceño viendo la sonrisa que está tenía en los labios, se veía sincera e incluso miu feliz de habérselo dicho. En cambio, el dios de los marea ni siquiera estaba seguro de sí de verdad la consideraría una amiga, jamás había tenido amistades y nunca las ha necesitado, se cuestionaba muchas veces de si la consideraba como una amiga, no tenía conocimiento sobre ello y claro, no le preguntaría que significado tendría ella sobre “amistad”.
Desvió la mirada pensativo de ello, ella le miraba con extrañes ya que no supo si estuvo mal lo que le dijo al respecto de que lo veía como un amigo, y es verdad, siente que es un amigo muy sincero y que aparte de ello, le ha ayudado de volver a llorar de lo que le aflige, que ha podido compartir lo que más le gustaba con él, sintiéndose más segura de ella misma.

𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐘𝐑𝐀𝐍𝐓'𝐒 𝐖𝐈𝐅𝐄 - 𝐏𝐎𝐒𝐄𝐈𝐃𝐎́𝐍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora