⏤͟͟͞͞Capitulo Tres! ٭

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≛ Después de una no tan larga caminata por fin había llegado a su hogar.

El de la piel pálida sacó las llaves de su mochila y abrió la puerta esperando los posibles regaños de su madre sólo por existir.

Cuándo abrió la puerta empezó dar unos pequeños pasos adentrándose a la casa y con una voz baja y desanimada dijo qué había llegado pero sin embargo no se escuchó ninguna respuesta proveniente de su madre.

Streber volvió a gritar pero con más fuerza pero nuevamente no se escuchó nada.

Después de buscar por toda la casa recordó qué su mamá salía hasta tarde de su trabajo lo cuál lo alivio un poco ya qué no la tenía que soportar por un tiempo o bueno, hasta que llegará.

El pelinegro entró a su cuarto qué por cierto, estaba totalmente desordenado con un montón de pósteres de vampiros pegados por las paredes de la habitación pero para él era la mejor habitación de todos los siglos.

Streber se acostó en su cama dando un gran suspiro pensado que ese no era su día pero tal vez mañana sea un día mejor y con ese pensamiento puso una sonrisa en su cara.

Tomó su celular de su bolsillo y se fijó la hora recordando nuevamente qué tenía qué ir al trabajo qué tanto odiaba por el simple hecho de estar relacionado con él café.

Había muy pocas cosas que el pelinegro le desagradaban o que odiara pero Dios, él café definitivamente tenía qué ser una de esas pocas qué no le gustaban para nada al pelinegro pero no tenía otra opción ya qué no había tantos trabajos disponibles en esa ciudad.

Así qué con una cara de amargura y de cansancio se cambió rápidamente para ir a su trabajo pero por al menos se podía relajar un poco ahí ya que en lo general su trabajo era un lugar muy tranquilo por que no solía haber muchos clientes y eso lo dejaba relajarse más.

El de los colmillos largos tomó su celular y sus llaves para luego salir de su hogar dirigiéndose a la cafetería.

Luego de unos minutos había llegado agarrando un delantal qué estaba colgando y se puso a esperar detrás del mostrador a que viniera un cliente.

Cómo había mencionado, el lugar no solía tener muchos clientes por lo tanto no había tanto que hacer lo que era un poco aburrido para nuestro protagonista así qué para distraerse un poco saco sus celular y empezó a jugar un juego que no necesitaba de Internet.

Después de un rato concentrado en ese juego se escuchó la puerta abrirse entrando dos clientes pero Streber no le tomó importancia ya qué no quería perder en ese juego con que ya estaba obsesionado.

Los dos chicos sólo se sentaron a esperar que los atendieran de mientras leían la Carta para ver qué podrían pedir.

Después de un rato y que ambos chicos ya habían elegido que iban a pedir uno de ellos llamo al trabajador pero éste seguía distraído en su juego.

-Uhm, ¡Disculpe!
¿Nos podrías tomar la orden?

Dijo uno de los dos chico intentando llamar la atención de nuestro distraído Streber.

Por fin que había perdido en ese juego Streber miro hacía a frente y vió a dos chicos, uno con pelo naranja, lentes y un pequeño lunar debajo de unos de sus ojos y el otro chico sólo se le alcanzaba ver su pelo negro ya qué estaba recostado en la mesa viendo su celular.

Nuestro Strebs se le hizo familiar el segundo chico pero sólo pensó qué era una simple coincidencia así qué salió del mostrador para tomar su orden.

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