Winter Wonder (Lucemond)

Capítulo único

Nota: Hola! Este es un one-shot hecho como participación para un concurso de una página de FB.

El fanart que ven al final fue hecho por mí.

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Se cumplía otro año en la tierra invernal, en aquel nuevo mundo glacial y congelado.

Los viajes por tierra se dificultan cada vez más por la cantidad abrumadora de nieve que dejan las implacables tormentas; aquel manto blanco cubría cada vez más la superficie terrestre.

El joven príncipe Aemond Targaryen bajó de su caballo y suspiro pesadamente al ver la gran montaña de nieve que obstaculiza su paso.

"A este ritmo no llegaré a tiempo para el festejo de Día de Reyes" pensó con angustia.

Había salido de viaje por negociaciones familiares, y había prometido a su padre el Rey que regresaría antes de dicha celebración. A él no le interesaba aquello en lo más mínimo, pero como era importante para su familia, allí estaría, cumpliendo con su deber.

Estaba agotado por la larga noche de viaje, por lo que se decidió a descansar un momento y evaluar sus opciones.

A su izquierda podía apreciar el ancho y profundo Mar Invernal, conocido por la infinidad de mitos que existían sobre el mismo; desde criaturas monstruosas marinas hasta seres de extrema belleza que enamoraban a quienes surcaran sus aguas, para llevarles a las profundidades marinas para quién sabe qué. Jamás se había oído de alguien que hubiera ido hasta allá y regresado para contarlo, al menos no cuerdo.

Recordó una vieja historia acerca de seres míticos capaces de volver realidad cualquier deseo a quien les diera una ofrenda particular.

"Si fuera cierto, podría pedir que me lleven al otro lado del mar, para regresar a tiempo a casa". Aemond rió ante su pensamiento. ¿Sería real dicha leyenda? No lo creía, pero no perdía nada con intentarlo.

El cuento era bastante popular en el reino, por lo que más o menos podía recordar cómo hacerlo.

-Bien... Veamos...- Comenzó a hablar para sí mismo mientras revisaba entre las cosas que llevaba como equipaje. - Creo que eran oro, incienso y... ¡Mirra!

Había llevado dichos elementos en su viaje para ofrecerlos como presente en la negociación que había llevado a cabo, y le había sobrado un poco de cada uno, ¿Por qué no usarlo?

Preparó la ofrenda como medianamente recordaba que decía la historia y la entregó al mar.

Pasaron unos minutos y... Nada ocurrió.

Había sido demasiado crédulo, ¿Verdad? Se rió de sí mismo, agradecido de que nadie hubiera estado presente para presenciar su ingenuidad.

Para evitar que su frustración aumente, se dispuso a volver a montar su caballo para volver por donde vino y ver en qué otras opciones podía pensar, cuando algo llamó su atención.

Cerca de la superficie del agua, una figura oscura algo grande comenzó a hacerse visible. Observó expectante, pensando que tal vez se trataba de un monstruo marino atraído por la ofrenda, pero no.

Del agua emergió lo que parecía ser ¿Un joven?, de tez pálida y cabello oscuro. Se veía bastante humano, a excepción de las escamas en ciertas áreas de su piel, la branquias a los costados de su cuello y las orejas con terminaciones puntiagudas. Era extraño, pero Aemond lo encontró también interesante.

-Soy Lucerys Velaryon. - Dijo la criatura, con una voz encantadora. - Y aunque tu ofrenda es horrible y está mal hecha, he decidido recurrir a tu llamado. ¿Qué deseas?