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Un par de cabezas corren hasta chocar contra él, baja su mirada encontrando dos matas de cabello oscuro.

—¿Tú puedes ayudar a mamá?

El niño codea a la niña.

"Se educada"

Susurra.

Los dos se inclinan en modo de saludo y después vuelven a mirarle.

—Señor, mamá está enferma, ¿usted puede ayudarla?—está vez el niño habla.

Se agacha hasta quedar a la altura de los pequeños e intenta sonreír amablemente mientras asiente.

—Llévenme con ella.

Todos los susurros se hicieron oír pero los niños ignoraron las miradas, tomaron cada uno sus manos y comenzaron a guiarlo a través del destruido lugar. Llegan a lo que parece ser una casa, quemada, apenas salvable, el pequeño suelta su mano y abre la puerta mientras la niña lo jala invitándolo a entrar.

Dentro hay una pareja, hombre y mujer, los dos son betas, la mujer está sosteniendo su enorme vientre con sudor en la frente y expresión dolorosa. Al notar su presencia, enseguida el hombre se pone en guardia, cuando ve a sus hijos su semblante se relaja pero su vista sigue sobre él protegiendo a su esposa ocultándola con su cuerpo.

—¿Quién eres?—la pregunta sale bruscamente, no puede culparlo.

Intenta relajar su expresión.

—Pertenezco a la manada Echo, recibimos el mensaje que dejaron, mi nombre es Jeon Wonwoo.

La expresión del hombre se desfigura, le habla a sus hijos para que se alejen de él, los pequeños lo hacen a regañadientes. El omega comprende su situación, su nombre, entre muchos, es una maldición con tan sólo escucharlo.

Un gemido de dolor sale de la mujer, su compañero voltea sin importarle nada, escucha como le habla y la consuela; el corazón de Wonwoo se aprieta.

—Puedo ayudarla, si usted me lo permite puedo salvarla a ella—hace una pausa—y al bebé—añade.

El hombre duda, pero se mantiene aún sosteniendo a la mujer.

—Cariño...—la femenina voz suena cortada pero suplicante y el hombre suspira.

—Deja tus armas.

Wonwoo saca todo lo que cree podría presentar ser una amenaza para el beta y su familia, la deja fuera del alcance de los niños quienes se mantienen cerca de sus padres. Al terminar camina en dirección a ellos con las manos alzadas, cuando llega hasta la pareja, se detiene.

—Si me permite—señala el abultado vientre, la castaña asiente levemente.

Wonwoo intenta levantar la blusa ajena cuando un fuerte apretón en su muñeca lo detiene.

—Cariño, esta bien—dice nuevamente la beta mientras acaricia la mejilla de su pareja.

La mano es retirada y Wonwoo con éxito levanta la blusa revelando el hinchado vientre, lo analiza con la mirada para después mirar directamente a los ojos a la mujer.

—Necesito tocar tu abdomen, sentirás frio al principio, después vendrá una sensación cálida y por último sentirás algo de ardor, no durará mucho, prometo que eso ayudará, al final estarás bien, estarán bien.

La mujer asiente; marido y mujer se toman la mano. Wonwoo coloca sus pálidas manos sobre la cálida superficie, cierra sus ojos y soltando un suspiro comienza.

La energía se mueve dentro de su cuerpo, recorre cada centímetro de su ser hasta concentrarse en las palmas de sus manos; energía morada brilla fuera de sus manos siendo transmitida a la contraria. Siente una corriente eléctrica recorrerlo y un grito de dolor llega a sus oídos, escucha al hombre hablar, hay ruido de fondo pero su mente se está en blanco, su mirada está enfocada en la brillante luz y en el cambio dentro de la beta. El pequeño ser dentro de su cuerpo vuelve a ser vital, sus débiles latidos se hacen fuertes, la temperatura del cuerpo de la mujer poco a poco vuelve a la normalidad, pero sus quejidos siguen ahí.

Entre el amor y la guerra, la muerte siempre ganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora