Capítulo XVIII

28 6 1
                                    

— ¿¡COMOOOO!?— Gritó el hechizero parecía que con todas sus fuerzas de sus pulmones.

— ¡CÁLLATE IDIOTA DE MIERDA, VAS A DESPERTAR A MI LUZU!— Le gritó de regreso el pato.

— ¡No! ¡Tú no puedes alejarte de él, literalmente te estoy diciendo que son almas gemelas!

— Justo por eso, ahora sabiéndolo más estoy seguro.— Sentenció el pequeño con un ceño fruncido y los ojos acuosos.

Juan se dió cuenta y se acercó a él, enseñándole su anillo de matrimonio.

— Sabes que esto es tu felicidad, podré haberte conocido apenas pero como hechizero y como amigo, me doy cuenta de cómo lo miras y cómo miras mi anillo— Juan abrazó a Quackity sintiendo cómo el mismo contenía las ganas de soltarse a llorar— ¿Puedes contarme porqué tomarías esa decisión tan escandalosa?

Quackity se talló los ojos mientras se alejaba del abrazo de Juan y lo miraba directamente. No confíes en nadie.

¿Era ese su castigo?

Un miedo grande se apoderó de él y cuando estaba a punto de negar la pregunta, sintió una paz muy grande en sus ojos, una sinceridad y preocupación que solo había visto en Staxx, Luzu y... Ese chico tan inocente. Sentía que podía confiar, seguramente era algún tipo de encantamiento o lo que quisiera, miró el amuleto que colgaba de su pecho, y se dió cuenta.

— Es un amuleto protector.

Quackity asintió ante su declaración.

— Disipa los malos pensamientos en situaciones traumáticas, sabía que tenías una, por eso lo usé también en la fiesta y pudiste declararte a Luzu, ahora vi que confiaste en mi.— Habló mientras tomaba el amuleto en sus manos y se lo mostraba— ¿Ves? Hay algo que te impide que seas feliz y sigas a tu corazón, y eres tú mismo.

— Yo no puedo ser feliz como tú Juan— Le contestó el pato— Yo no sé si pueda confiar de nuevo, Luzu es genial, es todo lo que siempre soñé...

— Claro, son almas gemelas.

— Pero no sé si puedo confiar en él... Y no es su culpa, es la mía.

Juan miró su amuleto, era en forma de cruz, dorado.— Sí puedes confiar, mira, me pudiste contar a mi esto que querías ocultar.

— Es gracias al amuleto mágico del diablo— Le dijo molesto— Por mi cuenta sé que no podría, y me da miedo siquiera intentarlo.

Juan tomó la mano de Quackity, y miró en su interior, pudo sentir dolor, traumas, traición, sabía que todo por lo que pasó en su otra vida lo habían vuelto así, se dió cuenta de que efectivamente no era culpa de ninguno de los dos, sino que era algo que el pato debía afrontar, así que decidió contarle otra verdad.

— El amuleto sólo funciona si desde el fondo de tu corazón dudas— Le confesó mirando sus ojos— Si en tu corazón confías en una persona pero tus miedos no te dejan, el amuleto apartará los miedos por ti, se activa por tus emociones. Así que, sí puedes superar esto si desde ya dudas de confiar en mí, dudas de confiar en Luzu— Le dijo con esperanza, misma que se reflejó en los ojos del menor.

Entonces viendo todo el apoyo que su amigo necesitaba, tomó el amuleto de su cuello, y lo puso en las manos de su amigo.

— No Juan, no puedo aceptar esto, es tuyo.

— Amigo, yo quiero que seas feliz y tomes las mejores decisiones, incluso cuando yo no esté allí para poder aconsejarte— Le palmeó el hombro para posteriormente levantarse del pasto donde estaban sentados— Y tranquilo, cuando lo hayas superado y puedas volver a confiar, este dejará de funcionar porque ahora tú mismo sabrás tomar las mejores decisiones sin miedos.

Quackity le agradeció infinitamente el regalo de su amigo, y lo vió caminar lejos de él.

— Nos vemos más tarde, cara de mierda.

— Hasta pronto, cabeza de pito.

Cuando creyó ya se había ido bastante lejos, escuchó su grito de entre unas casas.

— ¡Ya te dije, yo quiero ser tu padrino!

Eso hizo al menor sonreír, mientras miraba el amuleto brillar, brindándole protección lejos del miedo.

|||

Quackity por fin después de un rato entró a su casa, viendo a Luzu aún dormir, se veía tan lindo a sus ojos, así que decidió preparar un desayuno, intentando hacer el menor ruido posible, prepararía más chocolate pues a ambos les encantó como me quedó a Quackity, y unos chilaquiles verdes, para que Luzu los probara por fin. En su mente maldecía la comida de Karmaland porque según él, le faltaba algo, el mero sabor de casa, que tenía la comida que él recordaba, pero pensaba, que si se casaba con Luzu, él mismo iba a preparar toda la comida para que sus invitados la pasaran bien.

Luzu despertó poco después con el cabello todo revoloteando y una cara de pocos amigos, que se borró cuando Quackity llegó a su lado a darle los buenos días y una tacita de pato con chocolate caliente.

— Que bien tratan al rey, eh— Le canturreó Luzu con dulzura y un poco de picardía.

— Bueno, hay que saber tratar a los invitados, ¿no es así?— Le respondió mientras le llevaba un plato con una porción de chilaquiles.

— ¿Estos son los famosos chilaquiles que me presumías tanto en la cueva?

— ¡Claro! Pura comida chingona y de calidad aquí, papá— Le dejo Quackity mientras cerraba los ojos y hacía un puchero.

— Sí, se nota la comida de calidad— Le respondió Luzu con un tono lujurioso mientras descaradamente se le quedaba viendo a Quackity, lo que lo hizo ponerse sumamente nervioso y rojo.

— ¡No mames wey! Cállate los ojos— Le gritó desde la cocina donde había llegado según a esconderse.

Esa había sido una mañana bastante agradable.

||||||

~ Another Chance ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora