Lup Dup

7.1K 872 584
                                    

A Izuku le gustaba la rutina que tenía desde que se levantaba hasta que se iba a dormir. Había sido así desde hace ya unos años, y aunque a muchos la idea podría resultarles monótono tener una rutina, él era feliz así. 

Aún así, siendo un héroe profesional, y más aún, siendo el actual héroe número uno, habían muchas cosas que podían presentársele y de las que no tenía control. Cosas que modificaban su rutina aunque no estuviera en sus planes.

Y normalmente eso no era un gran problema. Es decir, habían muchas actividades que simplemente podían ser reprogramadas o pospuestas. 

Por ejemplo, las juntas administrativas o ruedas de prensa. Siempre podían esperarlo hasta que terminara con los villanos, o podían retomar las cosas al día siguiente.

Las salidas a almorzar que tenía con sus amigos también eran otro ejemplo. Éstas solían re agendarse constantemente, haciendo que su rutina y horarios se modificaran. Y es que, al ser todos héroes; alguno del grupo o él mismo, solían tener algún contratiempo y no lograban llegar a la reunión, o lo hacían tarde. Lo bonito es que todos eran siempre eran comprensivos cuando eso pasaba y entendían ese tipo de eventualidades eran inevitables gajes del oficio. 

Lo mismo pasaba a veces para alguna fiesta o cumpleaños de alguno del grupo. Izuku por lo general encontraba el modo de abrir un espacio en su día para estar con sus seres queridos en esas fechas aunque sea un momento. Pero, si surgía un contratiempo muy grande y realmente no podía asistir, siempre trataba de compensárselos con creces para la siguiente vez. 

En fin, siempre había arreglo, una solución. Podía manejar su ajetreada vida de héroe y la personal con un poco de empeño y siendo flexible con su rutina.

Pero, habían un par de cosas en su rutina que no cambiaría por nada en el mundo. Dos cosas que no eran negociables, que no se podían dejar para otro día. De hecho, eran dos cosas que nunca podían faltarle al empezar y al finalizar el día.

No importaba si luego tenía que lidiar con un catastrófico caos en sus patrullas o en alguna misión,  simplemente teniendo esas cosas, se sentía capaz de afrontar lo que fuera.

Y es que ¿realmente no había sido así siempre?

Su camino antes de llegar a ser lo que era ahora había tenido un montón de tropiezos.

Un claro ejemplo, fue retomar la estabilidad en la sociedad luego de la guerra. Eso sin duda fue algo muy difícil y que tomó bastante tiempo. Habían muchas heridas por sanar, personas que llorar, cosas por arreglar y errores que corregir. Sin embargo, en esos momentos... No... Incluso antes, cuando pensaba que su mayor problema era la liga; esas dos cosas siempre estuvieron presentes de una forma u otra, motivándolo a seguir.

Y... pensándolo mejor... talvez podían simplificarse a una sola cosa. Pues, aunque eran dos cosas diferentes, dos acciones diferentes; involucraban a la misma persona. 

Sí...  Podría decirse entonces que había una sola cosa que Izuku necesitaba para enfrentarse a la vida:

Kacchan.

Katsuki Bakugou era probablemente la única constante en la ajetreada vida de Izuku Midoriya, y esperaba que así fuera siempre.

Así que... ahí estaba. Apenas había despertado, pero ya estaba haciendo la primera de las cosas que necesitaba en su día: Escuchar la acompasada respiración de Katsuki y el constante bombear de su corazón.

Lup Dup

Lup Dup

Lup Dup

Kacchan's HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora