Perfume de Castilla

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La tarde caía sobre el palacio con una extraña melancolía, como si el aire mismo presintiera el caos que se escondía entre las paredes doradas del harén. En los aposentos de Hürrem, la tensión se palpaba con la misma densidad de una tormenta a punto de estallar.

—La odio —escupió la pelirroja con rabia contenida, mientras sus ojos brillaban como brasas

—Sultana, no se altere... —pidió Esma con voz suave.

—¿Cómo no hacerlo? ¡La semana pasada, cuando la Madre Sultana aún no se recuperaba, esa mujer apareció en los pasillos con una túnica tan delgada que parecía transparente!

Nazlı, siempre observadora, intervino:
—Eso, sin duda, es culpa de sus criadas. Usted, sultana, jamás se mostró con algo tan indecoroso.

—Hoy provocó a Nurhan hasta hacerla llorar de dolor. ¡Todavía no puede nacer ese niño! —vociferó Hürrem, al borde de la desesperación—. Esa mujer es cruel… malvada.

—Es una mujerzuela inmoral —añadió Suheyla con los labios tensos mientras mecía con ternura al pequeño príncipe—. Solo busca llamar la atención… es la perra de nuestro sultán.

—Selim ya tiene un año, sultana… ¿Tendrá otro? —preguntó Nazlı, casi en un susurro.

La pelirroja tomó a su hijo en brazos y lo miró con ternura rota.
—Oh, mi pequeño… Me gustaría que tuvieras a tus padres como los tuvieron tus hermanos… pero lastimosamente, él ya no me quiere —susurró, y su voz tembló.

—¡Mamá! —chilló Mihrimah con su voz aguda.

—A veces… desearía que no hablaran —confesó Hürrem, haciendo reír a sus criadas.

—Mehmed… molesta… —murmuró la niña, tratando de encontrar palabras.

—No pelees con tu hermano, mi ángel. Deben quererse. Son el uno para el otro —dijo la madre con una sonrisa, mientras los mellizos se abrazaban.

Más allá de esa imagen cálida, el veneno seguía latiendo en las venas del palacio.

—Sultana —se acercó Suheyla, con la mirada firme—. Quiero contarle algo. Fue Gülşah… ella me atacó aquella vez. Lo hizo en nombre de su sultana Mahidevran.

Hürrem asintió despacio, como si ya lo hubiese sospechado.
—Mahidevran estaba nerviosa ese día… Gülşah es impulsiva, torpe y violenta. No te preocupes, Suheyla. Serás recompensada por tu lealtad… y Gülşah recibirá lo que merece.

 Serás recompensada por tu lealtad… y Gülşah recibirá lo que merece

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En los aposentos de la Valide Sultana, la atmósfera era otra. Hafsa, aunque aún débil, se sentía intrigada por la cortesía de la nueva mujer de su hijo.

—Gracias por visitarme, princesa —dijo con un leve gesto de amabilidad.

—Gracias a usted por recibirme. Si bien tenemos al sultán, usted es quien organiza y equilibra todo. Usted es la emperatriz madre de Estambul —contestó Isabella con voz medida, aunque su vanidad asomaba entre cada palabra.

Serpiente Rusa |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora