¿Por qué mientes tanto?
¿Acaso no ves que vives dentro de una mentira?
Aquella acción que tanto disfrazaste de un sueño se convirtió en un recuerdo olvidado.
¿Cuando aceptarás que tienes que soltar para avanzar?
¿Cuando aceptarás que aquel recuerdo...
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Sábado - 2 PM
Se encontraban los dos adultos arreglando a sus hijos para salir.
Los niños iban completamente cubiertos por ropas negras, una gorra y cubrebocas negro. En el caso de Guille intentaron amarrar su cabello para que sus notables rizos no sobresalieran.
Messi estaba igual, solo que el decidió agregar unos lentes negros, intentando esconder lo más posible de él.
Memo salió primero de la casa y tomo un taxi.
De ahí se fue Lionel con los niños e igualmente tomaron un taxi.
Era un entrenamiento a puerta abierta, así que pagaron su entrada y fueron al espacio más cercano.
- Señor... - Susurro el pequeño Guille -
- ¿Que pasó? - Lionel volteo a verlo -
- Cuando mi papá termine de trabajar, ¿Iremos a comer? - El niño de rizos veía con ternura y vergüenza al amor -
- Messi soltó una pequeña risa, pues no tenían mucho de haber comido, solo supuso que el niño se quedó con hambre - Claro nene, comeremos algo e iremos a casa, ¿Quieren ver una película? - Está vez dirigiéndose a ambos niños -
- ¡Si! - Respondieron ambos niños al mismo tiempo -
Los tres continuaron viendo el entrenamiento, el pequeño Guille gritando de emoción cada que su papá atajaba un gol, una escena bastante tierna para Lio y Memo, algo extraña para los demás presentes, pues ¿Por qué ese niño, que al parecer no tenía nada que ver con el portero, se emocionaba tanto?.
Memo estaba siendo bastante elogiado por el público, la afición lo amaba, a pesar de haber perdido el partido pasado, la gente admiraba la cantidad de atajadas que tuvo, pues gracias a él se salvaron de una goleada.
Memo se sentía feliz, pues a pesar de estar lejos de sus amigos y de su nación, estaba bastante feliz en un lugar donde si lo valoraban a pesar de perder.
No pasó mucho para que terminara el entrenamiento.
Guille no quiso esperar más y bajo de las gradas hasta donde iba su papá, el niño decidió acompañarlo por sus cosas.
Lio se sintió aliviado al ver que Guille si llego con Memo, así que tomo a Thiago de la mano y salieron del lugar, los esperarían afuera.
Los cuatro decidieron ir a un pequeño restaurante cerca de ahí, pidiendo la zona más alejada del lugar.
Comieron, hablaron y pagaron.
En el trayecto Memo iba cargando a Thiago y Lionel a Guille, pues los niños se quedaron dormidos en los asientos del lugar por tanto comer.
