Extra I: Dani

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(IMPORTANTE: este extra se sitúa después del epílogo de 'Pétalos de papel'. Si no has leído toda la novela, ¡no lo leas! ¡Tienes spoilers importantes de toda la trama!) 


Lo primero que pienso cuando vuelvo a verlo es que no lo recuerdo.

Marcus Abberlain apareció por primera vez en mi vida hace una semana. Se presentó en la librería en la que trabajo, vestido con una ropa que no encajaba con mi entorno más allá de una fiesta de Halloween adelantada o algún tipo de reunión de fans de Bridgerton. Además de esa ropa extraña y los ojos más raros que había visto en mi vida, traía consigo un cuaderno firmado por una chica condenada a olvidar todo lo que allí se había escrito.

Una chica que, al parecer, en algún momento, fui yo.

Sus instrucciones fueron claras: «Si quieres respuestas para todas esas cosas que no entiendes, léelo. Volveré dentro de una semana. Si no quieres saber nada más de lo que ahí se dice, si no quieres saber nada más de mí, lo entenderé».

Al principio sentí miedo. O quizá no fuera solo miedo. Quizá me sentía incómoda porque había algo en toda aquella conversación, en sus ojos, en el cuaderno que dejó sobre el mostrador o en la manera en la que después simplemente se marchó que me hacía querer llorar. Y ni siquiera entendía por qué.

Fue todavía peor cuando leí la historia que había traído para mí.

Supongo que ya he pasado todas las fases posibles al respecto. El terror, la incredulidad, el rechazo, la curiosidad, de nuevo el terror. En muchas películas, cuando la protagonista olvida, siempre hay algo que le hace recordar al final. Una palabra, un recuerdo concreto, una situación parecida a otra que vivió, un beso de amor verdadero. A mí, sin embargo, no me ha pasado nada de eso. Si realmente yo escribí todo eso (si realmente viví todo eso) no ha quedado de ello nada más que una cicatriz en mi pecho y un anillo que no es mío en mi dedo. Me lo quité en cuanto leí de su existencia por primera vez, demasiado asustada al ser consciente de que yo no recordaba cómo había aparecido en mi mano y la descripción era exacta. Fue la primera prueba de que algo extraño había pasado, junto con aquella sensación de estar viendo en mi cabeza algo completamente ajeno que, sin embargo, a veces resultaba familiar. A veces, por las noches, soñaba con esa historia que parece ser mía y, al mismo tiempo, no. Los sueños a menudo parecen recuerdos, los recuerdos tienen la consistencia de un sueño. Algunas escenas las veo de manera demasiado clara en mi mente y a veces, en medio del delirio, no tengo claro si todo es mi imaginación o lo que veo en mi mente fue justo así. Todo es una amalgama confusa, hecha de pétalos que se deshacen antes incluso de que pueda conseguir rozarlos con los dedos.

En algún momento, esa supuesta Daniela Ferrer escribió que a veces se perdía entre el personaje que había inventado y la persona que era ella.

Y yo me siento exactamente así, sobre todo ahora que él vuelve a estar aquí.

Después de leer toda la historia, cuando vuelve, no puedo evitar fijarme mucho más en ese hombre de ropa extraña, ojos brillantes y guantes negros bajo los que sé todo lo que se esconde. Mientras leía todo sobre él, me sentía intrusa, no solo en su cabeza sino en su historia. Quizá esa Daniela del libro se ganó todo lo que él le confesó, pero yo no soy ella, yo no tengo derecho a ese mundo que me ha abierto sin pensar. ¿O sí?

Marcus cierra la puerta de la librería con cuidado y yo me quedo quieta donde estoy, demasiado paralizada para saber qué hacer. Estaba a punto de cerrar y una parte de mí ya pensaba que no vendría. Creo que una parte de mí esperaba que no lo hiciera, o que si volvía lo hiciera riéndose y quitándose ese disfraz para decirme que, obviamente, todo había sido una broma muy elaborada. Lía y Nora se habrían puesto de acuerdo para ello. O puede que hubieran sido todos los del grupo de rol. Otra parte de mí, sin embargo, sabía que aparecería y que lo haría justo como lo hace: con esa expresión precavida, como si entrar en este lugar fuera algo muy complicado y peligroso. La campanilla de la entrada cuando cierra la puerta tras de sí parece fuera de lugar.

Pétalos de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora