𝟎𝟖

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—¿Terminaste?—Freen asintió rápidamente, viéndola a los ojos, sonriendo. Poniéndose su camisa y falda, intentó arreglarse al mismo tiempo que veía a Becky intentar levantarse de la cama, batallando levemente. 

—Deja te ayudo...

—Por favor, me duelen las piernas.—Rió levemente al comentario de la menor, y comenzó a vestirla rápidamente, poniéndole cada una de sus prendas. El sentir la piel caliente de Becky, tocar su aterciopelada piel levemente, más con lo que acababa de pasar, todo fue el cielo para Freen, que la sonrisa jamás se le iba a quitar del rostro. 

—¿Qué le dirás a tu mamá?—Las sábanas estaban siendo retiradas para que Becky las hiciera bola y las cargara con una mano, y después la vio. 

—Que no puedo mover las piernas porque me hiciste estirar muy fuerte, estilo mariposa y casi me rompes una pierna.—Se le acercó, y la besó. Si ese era el mejor día de Freen, nada, nada en la vida podría superarlo. Le sonrió a la menor, alegre, y después dispuso a arreglarse a ella, desde eliminar el sudor de su cuerpo, a arreglar su cabello.

—De acuerdo, ¿Y de la sabana?

—Que estabas comiendo frituras y se te cayó una salsa que tenían esas cosas, manchando mi cama.

—¿Por qué todo yo?

—Porque mi mamá te ama, así que cualquier cosa que hagas a ella le encanta, sea o no sea buena.—Leves caricias en su mejilla izquierda, y después sale de la habitación, bajando las escaleras en pequeñas maldiciones que Freen encontró graciosas. 

Ella preferiría que Becky de acostara a su lado, abrazarla y cuidarla por más de dos horas para que pudiera caminar bien después, pero al parecer no pudo. Y podría. 

Estaba trabajando últimamente en la panadería familiar y recibiendo la justa paga, así que ella podría pagar un hotel o por lo menos, un motel para poder compartir un momento especial con la menor. Quería hacerlo. 

Tomó su mochila, bajando, y se encontró con la señora Armstrong cortando algunas verduras para ponerlas en un sartén. En cuanto se vieron, se sonrieron, y la mamá de Becky la abrazó con tanta fuerza que la pelinegra sentía que no podía respirar, pero aun así anhelaba ese abrazo y recibir uno todos los días.

Su madre no la abrazaba mucho ya que ella era muy seca y distanciada. No sólo era así con su hija mayor, era así con toda la familia. Freen jamás había visto a su madre abrazar a alguien, o decir un 'te amo', no comprendía cómo es que su papá seguía casado con ella, el siendo tan sensible y sentimental. 

—¡Freen, hace años que no me saludas como se debe!—Un beso en su mejilla, y la señora la acarició, bajó el fuego de la estufa, y sentó a su menor en la mesa, viéndola con alegría.—¿Cómo estás? 

—Hoy estoy de tan buen humor, que nada, lo juro, Lisa, nada podrá hacerme sentir mal. 

—¿Becky se te declaró?—O tal vez solo eso. Freen dejó de sonreír al mismo tiempo que negaba, y la señora Armstrong solo suspiró, como si estuviera cansada.—De verdad que mi hija es tonta y ciega como para no notar el amor que tú le tienes, ¿Por qué mejor no te le declaras tú? 

Era algo gracioso el recordar cómo la mamá de Becky descubrió la condición de Freen, sus preferencias sexuales y el tierno amor que le tenía a su hija. En una alberca. Cuando invitaron a la mejor amiga de su hija a la primera reunión familiar, Lisa notó esa mirada que la pelinegra tenía sobre su pequeña, cómo la cuidaba y sobre todo, cómo la ponía ante todo, y lo de su condición... un pequeño accidente donde se vieron involucrados los pantalones cortos de Freen y las torpes manos de la mayor. 

—No tengo el coraje. 

Lisa juntó la palma de sus manos, y apuntó al cielo. 

—Señor todopoderoso, tú que todo lo ves, por favor guía a mi hija por el camino de la sabiduría y que note el tierno y puro amor que le tiene Freen, tú que estás en los cielos, ayúdanos, amén. 

—Li- 

Una palma, silenciando a la menor. 

—Santa María, madre de Dios, tú que eres madre, por favor, ayúdame a guiar a mi hija por el camino correcto del amor y sabiduría eterna, tú que eres madre ayuda a Freen a tener coraje, dale valentía a su corazón y razonamiento a su mente, tú que eres madre, ten piedad por nosotros.-Sus manos guiando de su cabeza a sus hombros y después a sus labios, y después vio a la menor.—¿Qué decías? 

—Amén.—Hizo la misma acción de la mujer, que sonrió. 

—¿Mi dulce Becky se ha acercado a Irin?—La castaña asintió, viéndola a los ojos.—Dios, ¿Por qué es tan tonta y se fija en personas que solo le hacen mal?

—Escuché que Irin dijo que saldría con Becky si ella bajaba de peso, no sabe la furia que tengo desde ese día, si de verdad estaría dispuesta a salir con Becky que lo haga ya, no puede pedirle eso a una persona.—Lisa asintió, tomando sus manos. 

—Sé que la furia vive en tu cuerpo al saber qué hay gente que dice que el de Becky es feo solo porque 'está subidita de peso', pero Freen, la violencia no es una opción.—Ladeó su cabeza, viéndola a los ojos.—Sé que te metes en cada pelea solo para defender a Becky, pero no dejes que la furia te gane, corazón. 

—Es sólo que, el saber qué hay gente que se puede burlar de Becky solo por su cuerpo, me llena de furia. 

—Dímelo a mi, soy su madre.—Escuchó que la mujer tronó sus dedos.—¿Qué es lo que más te gusta de mi Becky? 

—¿A qué vino eso? 

La mayor alzó sus hombros, pero sonrió.—Jamás te he preguntado.-Freen asiente. 

—No hay nada de Becky que no me guste, todo de ella me parece perfecto.—Un suspiro de ambas.

—Es una chica tan hermosa, ¿Verdad? 

—Sí. 

—Los genes hicieron bien su trabajo.—La menor rió, viendo a la madre de su mejor amiga.—Aquí viene Becky, hay que fingir una conversación... ¡Ah, Freen, me alegra que te esté yendo mejor en mate ahora que Becky es tu tutora! 

—¿Cómo lo sabe?-Preguntó en un susurro, y la otra le guiñó un ojo. 

—Becky me cuenta todo, corazón.

Me duele sentirme como Freen en esta historia

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Me duele sentirme como Freen en esta historia.

𝐃𝐢𝐞𝐭 𝐨𝐟 𝐒𝐞𝐱 - 𝐅𝐫𝐞𝐞𝐧𝐛𝐞𝐜𝐤𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora