Capítulo #29:

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Capítulo #29: "Lágrimas salen de mis ojos"

Carolina Flores

Me despierto sin despertador, al mirar mi celular me doy cuenta que ya pasan de las diez y media, pronto tengo que salir para el trabajo. Corro hasta la cocina y comienzo a hacer el almuerzo para todos, mis manos se mueven ágil, corto cebolla, pimientos y machaco ajos, preparo el arroz y dejo la carne descongelándose.

Subo las escaleras de dos en dos, para comenzar a bañarme, cambiarme y arreglarme para salir corriendo, ya pasan de las once y cuarenta y cinco. Mi cabello rebelde no me deja ordenarlo tranquilo así que termino de hacer una alta coleta muy apretada para que se quede en su lugar.

Regreso frente al fogón para preparar los bistec que ahora si están descongelados, comienzo a hacerlos en un sartén grande, con las verduras y con salsa de tomate para dar el color.

<Ni siquiera has podido colocar una canción para cantar>

Me recrimina mi cerebro y si, tiene razón yo sin música no soy persona, pero tengo que darme prisa. Se demora más de lo normal y me doy cuenta que queda poco gas, suelto un resoplido, lo dejo a fuego lento y corro hasta mi habitación a coger todas mis cosas.

<Hoy no me da tiempo a almorzar>

(...)

Gracias a no sé que santo llego temprano a mi trabajo, Favio aún no ha llegado del colegio y le espero con su almuerzo servido, al llegar lo primero que le mando a hacer es lavar sus manos, mientras él almuerza tranquilo sobre la mesa, yo me quedo en su escritorio con su mochila revisando todas sus clases, que estén completas, con sus tareas copiadas y veo cuales tiene que hacer para mañana.

— He terminado — Lo observo de arriba a abajo para ver si falta algo.

— Ve a colocarte una chompa como esta — señalo la mía, para indicarle que tiene que ser impermeable.

Asiente con la cabeza, mientras yo busco en mi celular el nombre de Leo.

"Ya voy a salir para el San Luis"

Yo ya estoy aquí

"Te veo pronto, ¿si?"

Te amo chiquita.

Favio baja corriendo las escaleras, haciéndome salir de mi ensoñación.

— ¿Nos vamos? — me pregunta y asiento con la cabeza.

Su madre dejó como de costumbre el dinero del bus en la mesa del comedor, que yo tomo antes de salir. El día esta frío, caen algunas gotas, pero eso es tan común en Quito, que no me sorprende ver a todos con impermeables, solo cuando es lluvias intensas las personas usan paraguas, mientras solo usan abrigos más cálidos.

(...)

Estoy perdida en una canción tarareándola en mi cabeza.

<Nunca te vayas, que yo quiero salir con vida, y aunque intentara olvidarte, mi boca no lo haría. No me hagas daño que yo, quiero salir con vida. Porque tener que extrañarte sería un acto suicida. Y mi boca no lo haría. Mi boca te amaría>

Ni si quiera me doy cuenta que estoy moviendo la cabeza, esperando que Leo llegue hasta donde yo estoy. Tengo los ojos cerrados, así que lo primero que siento de su presencia es el perfume cítrico, con un olor permanente, concentrado que te hace desear bañarte en él, pero en este caso, más bien, deseo comerlo.

<Tienes hambre>

Un poquito.

Abro mis ojos y me quedo viéndolo, lleva una camisa de color verde oscura, su cabello colocado hacia atrás, una chompa de color café oscuro y sus pantalones del mismo color. Sus manos están colocadas en los bolsillos traseros. Sus ojos están colocados en los míos, pero rápidamente bajan por todo mi cuerpo para volver a subir y detenerse en mis labios. Relame los suyo y abre su boca.

No Te Enamores a Distancia [NTEAD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora