1: "El hospital"

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Estoy tan cansada que no veo la hora de llegar a casa y dormir muchas horas. Esto de hacer guardias de 24 horas me matan. Hace un año que trabajo en la Fuerza Aérea Argentina, en el mismo tiempo me recibí de soldado y ahora soy Cabo Primero. Hice muchas cosas buenas durante este tiempo, además de aprobar el curso de piloto de avión privado y el de helicóptero. Me enorgullece mucho, al fin tenía que pasar algo bueno. "Las cosas buenas siempre llegan a su ritmo", solía decirme mamá con su sonrisa radiante para animarme.

Cuando llego a casa estaciono la camioneta en la entrada del garaje. Al entrar saludo a Franco (34) que está preparando el almuerzo.

Él fue mi tutor durante mi adolescencia, desde el día que perdí a mis padres, tenía 11 años. Me mandaron directo a un orfanato y sabía que nadie iba a querer adoptarme. Yo sólo tenía un mejor amigo llamado Jerónimo que era dos años más grande y me acompañó durante el duelo. Cuando supe que Franco me adoptaría me puse contenta porque, él fue muy amigo de mi papá. Me cuidó junto a su esposa Amanda, pero ella murió de una grave enfermedad hace cuatro años. Desde que la perdió no volvió a formar pareja.

A pesar de eso, sigo viviendo con él para no dejarlo solo. También, tengo un hijo de siete años llamado Samuel. Lo tuve a los 16 años con ese "mejor amigo". Me había enamorado mucho de él durante la adolescencia. Su compañía era muy agradable, pero cuando le conté que estaba embarazada no le agradó la noticia y a los pocos días se fue del colegio. Me di cuenta que solamente me usaba para su satisfacción. Nunca más volví a verlo. Me destruyó por completo psicológicamente. Lloraba mucho y me duró más de un año la tristeza y angustia que llevaba, que tuve que hacer terapia. Pero por un lado, fue lo mejor. No sé qué habría sucedido si aún estuviera con él. Pero lo que más me duele y afecta demasiado es que mi pequeño está enfermo. Hace un año le diagnosticaron leucemia avanzada y cuando me enteré me sentía desgarrada por dentro, estaba sumergida en una terrible angustia. Desde ese momento duermo todas las noches con él. Ahora no está en casa, está internado en la clínica San Cayetano que se encuentra en la cuidad de Bariloche. Vivo algo lejos de allí, a 16 km, en un pueblo llamado Villa Catedral. Aquí no hay hospitales y tampoco salas de primeros auxilios. Si alguien tiene una emergencia sí o sí debe ir a la ciudad y al hospital más cercano. Visito a mi hijo los lunes, miércoles y viernes de 16 a 17:30. A veces me surge que debo ir a trabajar.

Soy una mujer de estatura promedio, mido 1.60, soy delgada y me gusta entrenar y hacer deportes, estoy en buen estado físico. Mi cabello es corto hasta los hombros, lacio y castaño oscuro, mis ojos son marrones claros, tengo unos labios levemente carnosos, nariz pequeña y recta y cejas finas. Me considero una persona sencilla para vestirme, me gustan las prendas clásicas. Mis gustos son arreglar aparatos electrónicos, cocinar y más cuando se trata de comidas dulces y en mis tiempos libres me gusta escribir en mi diario personal a orillas del lago y hacer actividad física.

...

Tres días más tarde, son las 16:15 del lunes 6 de abril del 2015.

Hoy tuve que quedarme unas horas más. Me estoy yendo del cuartel y sé que hoy debo ir a visitar a mi hijo, que además se encuentra a pocas cuadras de acá. Prefiero ir así vestida porque si quiero ir a cambiarme no llego. Por suerte mi camioneta es rápida, es una Ranger 4x4 negra. Cuando llego, me dirijo a la secretaría donde debería estar Juliana, la secretaria de la Dra. Elizabeth Braun. Pero veo otra cara.

-Hola. Vengo a visitar a mi hijo, Samuel Guzmán-.

-Bueno. ¿Me permite su DNI y el de su hijo, por favor?-.

-Ehhh... vengo siempre a visitarlo- le aclaro algo impaciente.

-Lo siento, pero debo estar segura-.

-Ok- y largo un suspiro dándole ambos documentos.

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