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Jimin se sentía perdido, absolutamente desorientado en todo momento. No se veía capaz de recuperar ni una pequeña gota de recuerdos que se situaran en el fondo de su mente. No había ni un tipo de familiaridad con lo que veía, no le venían repentinas memorias de algún momento aleatorio donde decidió cruzar la calle en el pasado. Todo para él era como experimentar por primera vez la vida misma.

Se encontraba rodeado de luces, los automóviles pitaban y el simpático dibujo de un hombre avanzando en verde estaba parpadeando para adquirir el color rojo. Había muchas señaléticas, así como también muchos carteles publicitarios de modelos con piel perfecta y famosos que recomendaban alguna tienda que vendía comida rápida. No sabía quiénes eran, no los conocía de nada, pero tenían una apariencia espectacular. Eso sí, nadie se veía como Jeon Jungkook, el único hombre que despertaba en él una emoción distinta.

Estaba caminando a su lado, solía seguirlo como un cachorro hacia donde fuera. Normalmente, Jungkook llevaba la motocicleta y le obligaba a subirse con él para viajar de un lugar a otro cumpliendo recados. No era como que hablasen mucho, pasó una semana desde que éste le dijo que eran una pareja antes de recogerlo del hospital, pero no lo parecía. No se besaban, no hablaban y tampoco es que tuviesen recuerdos juntos en casa.

La única cosa que evidenciaba una relación eran los condones en la mesa de noche, pero eso tampoco le mantenía seguro del todo.

Jungkook era encantador, que no se malinterpretara su sentir, era simplemente que parecía un poco más distante y no lo culpaba. Hacerse cargo de una persona que perdió todos sus recuerdos debía de ser terrible, especialmente si se trataba de una pareja. Todo lo construido se cayó a pedazos en unos minutos, un hecho que le causó irremediable tristeza y que hizo que se empeñara en darle todo el amor posible.

Mientras esperaban para cruzar la calle, Jimin le tomó la mano rápidamente y comenzó a jugar con sus delgados dedos. Debía de admitir que tenía una mano muy bonita, tenía varios cortes y cicatrices terribles, pero dentro de todo, le parecía que era la mano más hermosa que alguna vez hubiese visto.

— Tienes unas manos tan lindas, las mías se parece a la del gato azul, ese que tienes de peluche. — Jimin pasó suavemente su dedo por sobre los rojos nudillos de Jungkook. Parecía que se había agarrado a golpes con alguien, las heridas ahí lucían frescas.

— ¿Doraemon? — Riéndose, Jungkook miró a Jimin con renovado interés —. Pues son más pequeñas que las mías, pero son tiernas.

— Me gustan tus manos, me declaro fan de tus manos.

— ¿De verdad es para tanto? Porque son manos comunes y corrientes.

— Pero son tus manos, son hermosas, me encantan. ¿Podemos caminar tomados de la mano? — Jimin le miró con ojos brillantes, esperando que le diera una respuesta positiva para avanzar a su lado, sintiéndose menos temeroso.

El mundo le aterraba, todo era demasiado para él, desde las luces hasta los molestos ruidos excesivos. Si caminaba de la mano con Jungkook, no ponía en duda de que se sentiría mejor. Necesitaba sentir que había alguien a su lado para liberar toda esa ansiedad que se acumulaba en su pecho y le aceleraba el corazón.

Jungkook asintió después de procesar un par de segundos aquella petición. Jimin se sintió contento, le apretó la mano y avanzaron por la calle, esquivando a las personas que caminaban rápido a punto de apartarlos.

Sabía que no llegarían lejos, Jungkook siempre tenía cosas que hacer, desaparecía repentinamente y volvía a recogerlo donde fuese que lo hubiese dejado esperando. Se preguntaba qué hacía y por qué nunca le respondía, pero estaba bien con el silencio, era lo único que Jimin ahora conocía.

MEMORIA DISTANTE メモリ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora