Capitulo I

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El coche paro delante de una enorme casa, mejor dicho mansión. El color blanco de la casa me deslumbro, una enorme fuente rodeada de flores y césped se encontraba en medio del jardín, y ¡vaya que jardín! Unas escaleras de quince escalones junto con algunas estatuas adornaban el camino hacia la entrada.

Unos toques en la ventana del coche interrumpen mi inspección a la mansión, me quito los audífonos y guardo mi celular en el bolsillo izquierdo de mi pantalon y salgo del coche. Al momento en que mis pies se situaron en el piso, sentí unos brazos rodearme con euforia, fundiéndome en un abrazo de bienvenida. Respondí el abrazo con la misma intensidad.

-No lo puedo creer, ¡ya estás aquí!- chillo la chica que me abrazaba al momento de separarse de mí, mi prima Zoe.

-Pues créelo chica-solté una risita- Llegue para quedarme y no te podrás deshacer de mi- sonreí divertida y al mismo tiempo segura de mis palabras.

-Sigo sin creer que viviremos en la misma casa- volvió a chillar. Si vuelve hacerlo le coseré la boca- Tenemos que ponernos al corriente de todo, me tienes que contar que tal esta Australia y sus chicos candentes- su mirada picara solo causo que soltara una carcajada.

-Chicas, en otro momento siguen con su plática, ayuden a meter las cajas y demás, por favor- pidió mi padre mientras pasaba a nuestro lado con dos cajas grandes y pesadas entre sus brazos.

Después de tener todas las cajas en los cuartos correspondientes, solo quedaba acomodar. Sinceramente me da pereza acomodar todo en su lugar porque la mayoría de las cajas son mías y no son pocas cosas las que contienen.

Puse mi lista de reproducción de música en aleatorio para darme un poco de inspiración para acomodar todo en su lugar. Me pare en medio de la habitación gigantesca que me pertenecería de ahora en adelante. No tenía idea de que haría con tanto espacio.

Tengo un armario sumamente gigante, un baño propio con un enorme y absurdo espejo adornando la pared de este. Lo que más me encanto fue la cama, es la cama más deliciosa y cómoda del mundo, parece una nube. Aunque el balcón que tenía no me desagradaba para nada.

Despues de unas dos horas, todo estaba perfectamente acomodado. Me recosté en mi cama sintiendo como mis músculos se relajaban y mis ojos se cerraron casi al instante disfrutando del momento de relajación que estaba teniendo.

Mi burbuja de relajación se fue al caño cuando mi celular empezó a vibrar, indicando la llegada de un mensaje de texto. No tenía ganas de amargarme mi primer día en Los Ángeles, California. Simplemente ignore el celular y me hice una nota mental de cambiar de número, una vez más.

Volví a concentrarme en mi momento de relajación cuando el sonido de tres golpecitos en la puerta de mi habitación me interrumpió. Hoy es el día de joderle la paz a Alexandra. Hice un sonido con mi garganta indicando que pasaran, mi querida primita Zoe entro.

-Alex, ¿estas despierta?- preguntó mientras se sentaba a un lado mío en la cama

-Lamentablemente si, ¿que necesitas?-murmure mientras volvía a cerrar los ojos

-Bueno, aún es temprano y pensé que podríamos salir un rato para celebrar que llegaste- su entusiasmo era palpable en su tono de voz

-Zoe estoy muy cansada, créeme que acomodar las cosas me dejaron agotada y sin ánimos de nada- mi voz salió en un susurro demostrando lo cansada que me encontraba

-No aceptare esas excusas Alexandra Collins, así que vas a levantar ese gran trasero que Dios te dio y te meterás a bañar que apestas a mudanza- la mire mal mientras ella reía por su chiste malo- Yo elegiré algo de tu closet para no perder el tiempo- se dio la vuelta hacia mi closet - Y antes de que empieces a protestar, no daré mi brazo a torcer así que tienes 15 minutos para tomar una ducha, ni un minuto más ni uno menos y si no sales entrare por ti así estés enjabonada- me apunto con su dedo índice dándome a entender que no estaba jugando. Maldición.

Solo asentí, me dirigí al baño, cerré la puerta con pestillo, por si acaso, abrí las llaves de la regadera para que el agua se templara y no estuviera muy fría. Me empecé a desnudar, ya sin nada de ropa me metí y empecé con mi baño. Después de un rato salí del baño envuelta en una bata y una toalla en mi cabeza, me encontré con una Zoe no muy contenta y arreglada al salir del baño. Sí que no quería perder tiempo, lucía un pantalón blanco hasta los tobillos en conjunto con una blusa color carmesí, la cual dejaba sus hombros al descubierto. Su pelo estaba suelto y al natural, al igual que su maquillaje sencillo. ¿Cuánto me tarde?

-Veinte minutos- frunció su ceño en señal de enfado.

-Lo siento pero quince minutos no son suficientes para una chica que se tiene que afeitar el cuerpo- su ceño desapareció al escuchar mi explicación

-Está bien, solo porque sé que eso si toma su tiempo- me dio la razón- Ahora toma asiento aquí primita- Avance hasta la cama y me senté- Te maquillare un poco, algo sencillo ya que aquí el calor es infernal- vaya que no mentía, estábamos como a treinta y cinco grados afuera.

Media hora después ya me encontraba lista. Zoe no tiene mal gusto, de hecho me fascino la ropa que eligió, un top blanco hasta el ombligo, un pantalón entubado negro, una camiseta de cuadros guinda, unos tacones completamente cerrados con agujetas color café. Los accesorios corrieron por mi cuenta, mi peinado solo eran algunos rizos en las puntas y mi maquillaje era natural, menos los labios que los traía pintados de un rojo muy fuerte.

Después de pedir permiso, nos montamos en el coche de Zoe, un BMW negro, arranco el coche, prendí la radio, sonaba She Bad de Cameron Dallas ft Sj3. Tarareaba la canción mientras veía la cuidad de L.A por la ventana, era de noche así que solo se veían las luces y unos cuantos edificios, el coche se detuvo enfrente de una bodega, ¿Qué hacemos afuera de una bodega?

- Zoella me podrías explicar ¿qué carajos hacemos afuera de una bodega?- pregunte antes de salir de del coche. No me daba buena espina, era una bodega descuidada y un poco alejada de la ciudad. El ruido de adentro me dio a entender que a pesar del aspecto que tenía el lugar era muy popular.

- Déjame decirte que hoy querida Alexandra conocerás el lado sexy de L.A- su sonrisa se hizo gigantesca al recordar algo- Veras al jodido y ardiente Diablo de Los Ángeles- su sonrisa cambio a una igual que el gato de Alicia en el país de las maravillas.

Sin nada más que decir nos encaminamos hacia la entrada del dichoso lugar. Solo espero que esto no acabe mal y podamos regresar sanas y salvas a casa. 

EL DIABLO *REESCRIBIENDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora