Capitulo III

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*Caleb West en multimedia*

Ese presentimiento malo que tenía desde que llegamos a la bodega se hizo más fuerte al escuchar la voz ronca detrás de mí.

-¿El ratón te comió la lengua muñeca?- pregunto la misma voz de hace rato un poco más cerca de mí.

Me pare demasiado rápido para evitar que se acercara más a mi estando en esta posición pero los malditos tacones que me han dado batalla toda la noche decidieron hacerme una mala jugada y doblarse antes de poder estar de pie completamente.

Cerré los ojos esperando el impacto de mi cuerpo contra el piso pero nunca llego, en cambio me sentía en el aire. Abrí mis ojos topándome con unos ojos grises que brillaban a más no poder, mi vista empezó a recorrer todo el rostro que estaba a nada de tocar el mío. Detalle cada parte de ese rostro topándome con una barba apenas notoria, unos labios carnosos y unas cejas perfectamente peinadas.

Regrese mi vista a sus ojos topándome con que estos me estaban detallando, al darse cuenta que lo descubrí sus mejillas se pusieron levemente rosadas. Se veía jodidamente tierno.

-Ya estoy bien gracias- susurre para que el extraño me soltara. Este carraspeo y me soltó lentamente, como si no quisiera hacerlo.

-Veo que despues de todo si hablas- su voz ronca regreso dejando atrás el leve sonrojo de hace unos segundos

-Sí, pero no con extraños- tome el vaso rojo con ponche en su interior y me dispuse a caminar fuera de esa cocina y encontrar a mi prima

-No soy un extraño preciosa- su mano alrededor de mi muñeca detuvo mi paso- Me viste pelear en ese ring, sabes perfectamente quien soy- su tono arrogante solo ocasiono que quisiera estampar mi mano contra su mejilla

-Si me permites me tengo que retirar, necesito buscar a alguien- antes de que reaccionara zafé mi brazo de su agarre y salí casi corriendo de la cocina.

Si al llegar había gente ahora el lugar estaba a reventar, así sería imposible encontrar a Zoella.

Empecé a meterme entre la multitud que bailaba, me quede en el centro de la pista para ver si lograba ver a Zoe por algún lugar, pero me era imposible con todo el movimiento de las personas.

Me sentía impotente y las lágrimas picaban en mis ojos, todo esto me traía malos recuerdos que no quería volver a vivir. Respire hondo para tranquilizarme y pensar bien donde podría estar la rubia que tengo por prima.

Empecé a moverme de nuevo entre la multitud pero un pecho firme me lo impidió, el olor a fragancia masculina inundo mis fosas nasales.

-¿Piensas irte sin bailar aunque sea una canción conmigo preciosa?- que tienen los hombres de esta fiesta con referirse hacia mí con el sobrenombre de "preciosa"

-No tengo ánimos de bailar con nadie, así que no te importa- pase por un lado del tipo para salir ya de ahí

-Solo será una canción y despues te dejo ir preciosa- la mano del sujeto me tomo por la cintura deteniendo mi caminar

-Ya te dije que no quiero bailar- me trate de zafar del agarre del pelinegro pero este puso sus dos manos en mi cintura pegándose a mí, podía sentir como se movía al ritmo de la música- Suéltame ahora mismo-grite con voz dura sobre la música pero lo único que logre fue que el tipo se pegara más a mí.

Sus manos fueron subiendo por mi estómago hasta llegar a rozar mis pechos, las lágrimas en este punto picaban mis ojos. Me empecé a mover para que se detuviera y me soltara pero fue imposible. Sentí como sus dedos rosaron la hebilla de mi pantalón y antes de que pudiera gritar o algo ya no sentía el peso del tipo sobre mi

EL DIABLO *REESCRIBIENDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora