Con una firmeza y furia repentina, Winter empujó al chico frente a ella lo más lejos que pudo, mientras este era incapaz de borrar la sonrisa burlona de ese rostro que, desafortunadamente, resultaba atractivo a sus ojos.
La peli blanca observó sus manos con algo de miedo, encontrándolas de un tono rosáceo sobre las palmas. «Es imposible» pensó, dado que su cuerpo y habilidades frías no le permitían generar el calor suficiente para obtener algo de color. Elevó aquella mirada entrecerrada de una manera crítica, canalizando su miedo en enojo.
—¿Cómo hiciste eso? ¿Quién te habló de mí? —inquirió con voz cauta dando algunos pasos al frente.
—¿De ti? —rió el pelirrojo cruzando los brazos—. Linda, nos hablaron de todas ustedes... Copito.
El torno burlesco del chico no fue lo único irritante para Winter; el que conociera ese apodo tan peculiar del que solo sus hermanas sabían fue lo que hizo que el temperamento de la pálida joven se saliera de control. Solo un instante bastó para que las pupilas de ella se volvieran de un tono violeta, tan intenso que hasta el iris comenzaba a perderse mientras sus manos y rostro comenzaban a generar una capa blanquezca y cristalizada de lo que podría considerarse escarcha de nieve. Se acercó a él con premura, tomando en sus puños la camisa del chico quien había perdido rastro de burla alguna, solo podía notar el ligero temblor de su mandíbula apretada y el calor emanando de su cuerpo cada vez más fuerte.
Las manos de Winter al momento de arrinconar al pelirrojo contra la pared, eran de una extraña manera, como hielo flexible, exhalaba un frío paralizante y solo podía notarse el humo brotando a través de la ropa del chico, concentrando toda su energía en producir sus queridas llamas descongelantes.
—Ahora sí, hablarás pero solo para responder mis preguntas.
—¿Acaso es un intento de parecer una chica ruda? Porque debo admitir que me gusta. —Sonrió antes de que un pequeño cristal se le fuera encajado en un costado haciendo que levantara sus manos en señal de rendición—. Está bien, tú ganas, aunque te advierto que igual querrás saber lo que vine a decir. Mi nombre es Red y sí, sé que es un gusto conocerme.
—¿Qué clase de nombre estúpido es Red? ¿Y cómo es que sabes tanto?
—¿En serio? ¿Mi nombre es el que te parece estúpido, Winter? -dijo remarcando cada sílaba del nombre de la peli blanca haciendo que le propinara un leve empujón recordándole que su poder podía llegar a mucho más si no se limitaba a responder.
El chico suspiró y notó que su cuerpo comenzaba a perder la lucha contra ella, por lo que resignado comenzó a hablar, aunque tarde notó que aquello distaba mucho de alguna respuesta a las preguntas de su interés. Al final, había logrado que lo escuchara sin darse cuenta.
—¿Te han hablado de el día del Apocalipsis? El primero de enero del 2000, ¿algo familiar en la fecha? —Winter parpadeó con frecuencia regresando a su estado normal y soltándolo cuando notó que hablaba del día de su nacimiento. Asintió hacia él, esperando que continuara—. Se esperaba que el mundo se acabara ese día, todo estaba perfectamente planeado para la temida extinción y qué fue entonces lo que pasó.
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Las hermanas Season ©
FantasyEl día de las catástrofes, una mujer en Cincinnati, Iowa daba a luz a cuatro niñas que si bien debían ser iguales, eran completamente diferentes. El mundo volvió a su cauce después de su llanto. Veinte años después, las hermanas Season se convirtier...