Sé que nunca más.
Hace tiempo que el hielo del vaso de wiski que sostenía en la mano se había derretido, pero Yamato tan metido en sus pensamientos nunca lo notó, simplemente seguía ahí, sujetándose al vidrio como si la vida se le fuera en ello.
La casa productora para la que trabajaba después de esperar un lapso considerado, al fin comenzó a solicitar presentara nuevas canciones. Y normalmente tendría una o dos piezas ya en proceso, el problema era que desde hace un par de meses la inspiración le era esquiva. O tal vez se debía a que tenía muchas cosas en la cabeza.
La exigencia de las canciones y su bloqueo como compositor eran apenas la punta del iceberg de sus verdaderos problemas. El divorcio y custodia compartida de sus hijos eran una prioridad mayor en ese momento.
Para su matrimonio no había salvación, eso lo sabía de sobra. El amor entre Sora y él prácticamente murió con el nacimiento de su primer hijo, pero obstinadamente se mantuvo aferrándose a ella, buscando un equilibrio que evitara hiciera pasar a Yoshino por lo mismo que un día sufrió; y esa terquedad dio como fruto tres años más y, a Yoichi. Sí Sora hizo escándalo y berreo porque el nombre le recordaba a cierto diplomático y político dedicado a mantener la paz con el digimundo, a Matt le importó un reverendo rábano.
Y esa quizás fue la primera de las peleas que comenzaron a darse y crecer por la más mínima cosa. Aguantó un año más de reclamos y luego... todo se fue al traste.
Matt creía fue ahí cuando perdió su tranquilidad y al mismo tiempo su ánimo y deseo de componer. Aunque siendo sinceros la inspiración se le fue acabando a cuenta gotas, conforme el recuerdo y el aroma de cierto niño se iba perdiendo en su memoria, porque ninguna de las letras de sus canciones estuvo nunca dedicada a Sora o su familia.
Eran de él y para él.
Pero lastimosamente hacia mucho que dejaron de hablar, de saber cosas él uno del otro. Se perdieron en el mundo como dos gotas de agua en el mar. La razón fue clara; su cobardía a que el mundo supiera de ellos.
En esos días su mundo era maravilloso, eran niños jugando con fuego, la llama de una pasión que apenas avivaba con la necesidad de sus manos buscando tener contacto, las miradas cómplices durante las largas cesiones de estudio.
Toda esa tensión desembocando en un momento de arrebato cuando ya no pudieron contener más sus deseos. Fue a principios del verano cuando los besos robados en callejones solitarios y oscuros en cada cita se volvieron adicción. Pero por supuesto las citas nunca eran citas, sino salidas disfrazadas de parrandas para no levantar sospechas.
Ese verano Yamato conoció el verdadero amor, lo que era estar enamorado. Se vio a si mismo soñando con el día en que despertar en la misma cama que él, y sería el inicio de una maravillosa mañana. Deseando compartir su vida hasta que la nieve se asentara en su cabello y su piel estuviera tan llena de arrugas que un cachorro de shar pei le tendría envidia.
Matt dejó salir en un resoplido su sonrisa un tanto amarga.
Sus manos se acostumbraron a pasear por los cabellos castaños, su nariz a respirar el aroma de su piel, y sus labios a recorrer con fogosa pasión cada parte de su cuerpo en sus encuentros amorosos. La devoción que palpitaba en su corazón no tenía comparación a nada que hubiera sentido antes y ahora sabía que jamás la tendría. Porque no quería a Sora ni ella a él sí tan pronto como terminaron encontró quien la consolara. Y aunque amaba a sus hijos, no era el mismo sentimiento.
-¿Quiere que le sirva otro? -preguntó el barman. Yamato elevó las cejas sin comprender, luego el hombre miró en dirección al vaso.
-¡Oh! No, está bien así. Gracias.

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SÉ QUE NUNCA MÁS...
FanfictionLo que tuvo jamás volvería. Lo que fue ya no sería. -Sé que nunca más... -admitió dolorosamente solo para él.