El lobo y la oveja

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En un bosque vivía un lobo, su pelaje era oscuro como la noche y sus colmillos eran afilados como cuchillas. Él vivía en soledad, vagando todo el día buscando alimento y algún lugar para dormir.

Un día él miró a lo lejos un rebaño de ovejas, todas tenían un hermoso pelaje blanco, excepto una pequeña oveja café que era excluida del rebaño. Aquella oveja se quedó dormida y fue abandonada por su familia.

El lobo se le acercó por curiosidad, por cierta manera él no tenía ganas de devorarla, solo quería estar junto a ella por unos momentos.

Cuando la oveja se despierta ve que el lobo está cerca de ella.

—Disculpe, ¿quien es usted?

—Yo soy... Un perro.

El lobo mintió sobre quién era, pues sabe que si ella se entera quien realmente es le tendría miedo.

—Señor perro, ¿Usted tiene familia?

—Hace años la tuve, pero ahora vivo por mi cuenta.

—Sabe, mi familia siempre que tienen oportunidad me dejan de lado por ser diferente, así que entiendo tu soledad.

—Pero pequeña oveja, yo no estoy solo, ahora estoy cerca de ti.

A partir de este momento los dos se convirtieron en los mejores amigos, el lobo cuidaba a la oveja y la oveja hacia feliz al lobo.

Los dos viajaban por el bosque durante el día y en la noche dormían acurrucados para evitar el frío.

Un día los dos estaban cerca de un río descansando.

—Señor perro, usted es mi primer amigo y quiero agradecer que sea amable conmigo, me gusta vivir a su lado pues hace que cada día sea feliz.

—Yo soy el que te debe agradecer, fuiste el primer animal que no ha huido de mi, así que espero que seamos amigos por varios años.

El otoño termina y con ello empieza el invierno, en esta temporada es muy difícil cazar animales para el lobo, pues todos están escondidos por el frío.

Los días avanzan y no logra comer ningún alimento, por cada día que pasa él empieza a perder la cordura.

El lobo finalmente devora a la oveja, después de varios meses de amistad.

Cuando vuelve en sí mismo cae en lágrimas mientras limpia la sangre de su hocico.

—Fui un completo idiota, debí haber aceptado que debería estar solo por toda mi vida, solo soy un riesgo para los otros. Fue estúpido creer tan siquiera que podía tener un amigo.

Por más que el lobo se culpe no hay nada que pueda hacer, pues un lobo siempre será un lobo sin importar que, uno a veces no cambia si lo intenta, a veces uno es tan desagradable por dentro que no queda más que fingir ser un perro en vez de un lobo.

Escritos Sin PerritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora