Estaba de más decir que él era un enfermo. Un maldito demonio entre los mortales podría decir de manera menos grotesca.
Rusia era un country caracterizado por ser muy amable y generoso con los demás. Él siempre era muy considerado cuando alguien estaba mal o cuando estaba deprimido. Todos se quedaron sorprendidos al ver cómo él, al ser uno de los descendientes de la poderosa Unión soviética, era un ser de luz andante.
Podría sonar algo raro pero se debía decir que era el mejor "psicólogo" de todos, incluso superando a todos los psicólogos que habían en Argentina. Pero el albiceleste admitió que el ruso era el mejor.
Todos lo admiraban menos cierto country de franjas blancas y rojas que poseía lentes de sol todo el tiempo.
Él lo miraba desde la distancia con desaprobación. "¿A caso él no se da cuenta que lo están usando para su propio bienestar?" Pensaba con pena ajena "¿A caso nadie tiene autoestima hoy en día?" Se preguntó mientras fruncia el ceño.
Aunque él... Tampoco tenía autoestima propio. Él decía que le desagradaba su cuerpo. Esos insignificantes rollos que se hacían notar cuando se sentaba o sus muslos que se rozaban con descaro cuando caminaba. No eran tan gordos pero él lo veía como un obstáculo.
Si él pudiera y sin ningún riesgo, podría agarrar un cuchillo de carnicero y cortar la carne sobresaliente para tener un cuerpo decente, como una tijera cortando los bordes marcados de una hoja. No había ningún problema en ello porque él se encargaría de vender toda esa carne al mercado negro.
¿Y quién podría culparlo? Él solo quiere sentirse lindo por al menos una vez.
Él estaba tan metido en sus pensamientos que no sintió la presencia de aquel ser que siempre buscaba el bienestar en los demás.
USA:— ¡¡Ahhh!! — liberó un pequeño grito — ¡¡Casi haces que me dé un infarto!! —
Rusia:— perdón... — se disculpó mientras desviaba la mirada.
USA:— no quiero tus disculpas — dijo fríamente — ¿Y hace cuánto que llevas ahí? — preguntó alzando una ceja — es decir, cuando te acercaste a mí —
Rusia:— desde que te ví muy concentrado mirando la mesa — respondió, haciendo que el contrario lo mirara extrañamente — es decir, cuando estabas pensando en algo —
USA:— ¿Sabes que, Rusia? — se levantó de repente para arreglar rápidamente su traje — no quiero tu pena — dicho esto, agarró su maletín y se fue de ahí, dejando a un ruso muy preocupado.
El ruso le preocupaba en demasía a su amigo estadounidense. Aunque todos le digan que lo deje en paz y que ese capitalista se hunda en su propia miseria, él se hacía el de oídos sordos y él haría hasta lo imposible para que el estadounidense le sonriera.
Canadá:— ¿Está todo bien, Rusia? — le tocó suavemente el hombro.
Rusia:— no... —
Canadá:— Rusia — se sentó a su lado — sabes que mi hermano es muy orgulloso como para pedir ayuda — volvió a hablar — es inútil intentar hablar con él —
Rusia:— pero- —
Canadá:— nada de peros — se levantó y acomodó su traje — tenemos que irnos — apenas llegó a la puerta, se volteó para ver al ruso y se despidió — ¡¡nos vemos mañana, Rus!! — después se fue corriendo para alcanzar al estadounidense.
El ruso podría haberlo tomado con calma y hacerle caso al canadiense e irse a casa para olvidar aquel asunto con el americano pero...
Él no quiso escuchar.