Desde que ellos se mudaron, todo fue perfecto. Ellos convivían cómo si fueran una pareja, desayunaban juntos, salían juntos e incluso habían adoptado a un pequeño perrito y lo cuidaban cómo si fuera su hijo.
Aunque en sí, SI había un serio problema: el celo.
Cuando USA entraba en celo, su cuerpo dolía y se aferraba a Rusia para que no se vaya o cuando Rusia entraba en celo, se encerraba en su cuarto. Él lo hacía para mantener a salvo a USA de sus instintos y también porque no quería lastimarlo.
Una de estas ocasiones fue la detonante.
Rusia se encontraba en su habitación. Sentía como su cuerpo hervía y aunque se quitó la camiseta que traía puesta, eso no ayudó mucho. Él masajeaba por encima de sus prendas su notable erección. Su mente solamente pensaba en USA. Aquel Gamma que inundaba su mente lo atormentaba.
Deseaba que él estuviera aquí, tenerlo aquí, tenerlo entre sus brazos, amarlo a él, anudarlo... No, no, no... No podía forzarlo a algo que él no quiera. Él conocía los límites y no pensaba pasarse de la línea.
Sin pensarlo, dejó expuesto su miembro y empezó hacer un vaivén en su propio eje. Iba desde el glande hasta la base en movimientos lentos. De vez en cuando, lanzaba unos gruñidos acompañados de gemidos y unos cuantos jadeos.
El estadounidense volvió de comprar comida para esta tarde. El pequeño perrito llamado "mochi" lo recibió contentamente. Ese pequeño lo amaba y daría la vida para que siempre estuviera a su lado.
Él notó el olor de las feromonas a tierra mojada proveniente del cuarto del eslavo. Iba acomodar las compras hasta que escuchó como su nombre fue gritado. Temeroso, fue a revisar si a Rusia lo estaban atacando o algo así.
Entró apurado sin tocar la puerta y sin querer le vió el paquete.
Rusia:— ¡¿USA, cuando volviste?! — intentó de todo para cubrirse pero el estadounidense ya le vió hasta el alma y los pecados.
USA:— volví hace un rato — se acercó un poco al ruso —¿Te ayudo con eso? — apuntó a su entrepierna.
Rusia:— no, yo lo hago... — se encogió de hombros — no te preocupes... —
USA:— Rusia — lo miró severamente — ya te ví todo, no sé porque ahora te quieres tapar —
Rusia:— ¡Pero nadie entra sin que toquen la puerta! —
USA:— entré porque pensé que te estaban atacando, bobo — eso fue un jaque mate para el ruso. Así que el de mayor estatura se quedó callado.
Después de eso, el Gamma lo dejó para irse a hacer el almuerzo. El ruso no quiso, así que lo tomó bien porque tenía tanta hambre que podría matar un toro y beber sus líquidos gástricos.
Lo estuvo vigilando todo el día y todo iba a la perfección si no fuera por un problemita que vino a la noche. El estadounidense terminó de bañarse, ya estando con su pijama puesta y se dispuso irse a dormir hasta que...
USA:— agh... — soltó un quejido. Su cuerpo empezó a arder, su cuello se cerraba y no lo dejaba respirar, su cuerpo se sentía débil y para empeorar, sus piernas no respondían.
Él, por desesperación, se arrastró como pudo con sus brazos hasta la habitación de Rusia. Cuando estaba en ese estado, siempre quería estar entre los brazos de Rusia. Cuando llegó ahí, empezó a tocar la puerta repetidas veces para que lo dejara entrar.
Rusia:— USA... — dijo con dificultad — vete, por favor... No quiero hacerte daño... —
USA:— Rusia... — lloraba de la desesperación — por favor... Déjame entrar... — suplicó con todas las fuerzas que tenía.