13

577 94 60
                                    

Drako y Zorman pasaron las horas planeando la casa del menor, las horas se convirtieron en días al empezar a construir y con las largas charlas mientras levantaban los muros y bases para el hogar del aún guardián.

El menor a pesar de ya no poder ir a ver a su hermano para informarle sobre el avance del pelinegro, mantenía su postura de cuidador, enseñándole ciertos trucos para no tener incidentes al usar sus poderes.

Tal y como prometió el científico, ayudo con la decoración de la casa, una cabaña algo moderna para dar el aspecto lujoso del que tanto gustaba Drako, hundida entre algunos árboles al inicio de un bosque que quedaba entre los portales y la casa de Zorman, convenientemente.

Sus encuentros accidentales eran frecuentes cuando iban de un lado al otro o cuando decidían ir al centro del pueblo, el mayor no podía evitar darle una mirada de reojo a Drako cuando veía su silueta pasar.

Pronto los días se volvieron semanas al científico requerir a Drako en su laboratorio para acompañarle en sus horas de estudio de su campo de la ciencia y la hechicería, aunque aveces las distracciones llegaban por parte de ambos, terminando por hablar de temas banales.

Habían creado una rutina para disfrutar la compañía que le ofrecía el otro, construyendo o ayudando al resto del pueblo. Había quienes tomaron aquello como un reemplazo de el profeta para Drako, otros quienes burlaban de manera amistosa un noviazgo inexistente y los que simplemente no les importaba.

Para Zorman aquello era un regalo, no había tanta gente dispuesta a pasar su tiempo libre ayudando a otra persona en una labor tan aburrida como la era esa y volverla entretenida, las mariposas en su estómago tampoco ayudaban mucho cuando trataba de sumirse en la lectura.

Conforme paso el primer mes y los que seguían, noto qué el clima iba cambiando en el pueblo, se dio la llegada al otoño, con los colores cafés y naranjas adornando árboles y sus suelos, aquello le dio una idea en la que ponerse manos a la obra.

• ────── ✾ ────── •

En la cabañita que más disfrutaba de la estación, estaba el dueño, durmiendo entre gruesas mantas como si fuera una hibernación antes de tiempo.

El sonido de la madera de la puerta ser golpeada junto a unos llamados a su nombre le iban sacando del sueño en el que se había sumergido, con pasos flojos se deshizo de su guarida calientita para ir hacia la entrada abriendo directamente.

— ¿Seguías durmiendo? — Los ojos verdes que tanto conocía fue lo primero que vió del otro lado. — Ponte un abrigo, quiero enseñarte un lugar.

Drako no rechisto, acostumbrado a ser sacado de esa forma de su hogar, tomo lo primero que encontró en el perchero y se lo puso encima de todo lo que llevaba.

— ¿A donde vamos? — Por fin atinó a indagar mientras cerraba la puerta al salir.

— Yo...quiero que veas algo, lo encontré hace unos días. — Mentía, estuvo preparando el sitio hace un par de noches atrás.

Caminaban por entre los árboles, encontrando ciertas partes donde la hierba estaba maltratada y algunas marcas hechas con alguna navaja en la corteza de unos pocos árboles, dando indicio de las veces que habían pasado alguien por allí.

Zorman se detuvo, cosa que hizo frenar al menor.

— E-encontre este lugar y...— Paso sus manos por los lados de su pantalón, como si buscará mantener ocupados sus dedos.— Pensé que podríamos pasar un rato aquí.

Una pequeña y temblorosa sonrisa se le pinto, los nervios eran evidentes para ambos pero por el momento el menor miraba hacia la dirección a donde seguía el camino.

Promesa por cumplirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora