Nota Musical, Nota Corazón [COMPLETA]

Nota musical, nota corazón

[2022]

Desde aquella soledad que busqué encontrar, esa soledad tan dulce y amarga al mismo tiempo que me hacía enloquecer cambió mi existencia, pues en ese momento yo caía en picada, pero a mí vida llegó lo contrario, llegó una melodiosa voz que hacía mis oídos ser felices.

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Mi perpetua curiosidad de encontrar algo que vaciara mi sosiego, mi visión y mi corazón no encontraba como estar solo de manera correcta, no lo logré, y cuando quise estar con alguien, no me quisieron ahí, era una nota mal tocada en cualquier sitio.

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Mi soledad se compuso sola, cómo una nota lamentable, cómo cuando tocas la guitarra y no pulsas bien una cuerda.

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La soledad me acompañó un buen momento, me hizo entender muchas cosas, pero poco a poco me fue hartando, era una nota muy baja, muy triste, muy depresiva, y me cansó, me mató.

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No soy un conocedor en la música, pero se bien que la melodía que encontré era única.

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Ese sonido era tan amigable, comenzó por ser un pequeño chillido que llamó mi atención, era un poco agudo. Justo después de es chillido comenzó por dar una sonata que no era como la de la soledad, era más como una gran partitura bien escrita, pero increíblemente cambiante. Eran ritmos adornados, similares, pero cambiantes entre ellos.

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Si los sonidos tuvieran colores, la melodía era de color rosa, tan acogible y colorida cómo ese tono.

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El sonido era cada vez más dulce, cada vez más romántico, cada vez más melódico y cada vez más acertado.

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Era tan frágil como un violín, aunque aún no sé el instrumento, solo sé que provino de un lugar al cual me aventuré a explorar por el campo, un campo que nunca había recorrido, y si lo había hecho, no llegué muy lejos. Tenía miedo de quedarme a medio camino, a que el grandioso trovador se quedara corto otra vez.

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Mientras me acercaba al sitio, una mujer vestida de rosa con blanco danzaba al rededor de un campo, los tonos azules contrastaban con su piel, su sonrisa era única, sus ojos eran grandes luceros que por la noche brillaban, sus pestañas y cejas adornaban su cara dando sintonía, sus manos eran tan delgadas, que al danzar se movían como la marea y se confundían con el cielo, sus piernas eran medianas, su cintura se acomplejaba, era sin duda, una mujer muy bella.

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Cómo explorador, me acerqué poco a poco para averiguar si ella misma era quien tocaba ese violín que mi oído escuchaba, pero mientras más cerca estaba me sentía perdido, me sentía enamorado, me sentía atrapado, me sentí suyo.

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Ella me atrajo para descubrir que esa persona exaltaba la canción, ella era la canción, ella era el conjunto de sonidos.

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Era una canción indescifrable, inesperada, irremediable y auténtica, era perfecta para mí oido.

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Cuidaba que esa melodía no se saliera de sintonía quedándome a proteger a esa belleza, la cuidaba bailando, porque bailé con ella desde el primer momento en que la vi. Nuestra distancia no cesó a partir de ahí, estábamos juntos y no queríamos cortar eso.

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Cuando llegaba la hora de retirarme, porque no podía quedarme mucho tiempo, sentía que esa canción me esperaría, esa mujer me dejaría tocarla, me dejaría ser el entonador de su canción, y así lo hice, la hice mía, y ella hizo que yo fuera su nota del corazón.

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Nos conocimos bailando, era noche, y ninguno de los dos tenía las agallas para hablarle al otro, pero en un impulso, de "es aquí no no es nunca" me animé a invitarle a bailar.

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Fue de las mejores noches de mi vida, nadie nunca me había hecho sudar solo bailando.

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Me interesó cuando me dijeron quien era, esa mujer me había visto desde antes, se enamoró de mí desde hacía más de medio año, pero solo lo hizo ella, yo aún no sabía quién era.

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No me despedí, no le dije adiós, pero le escribí. Quedamos vernos, poco a poco me enamoré, poco a poco ella cumplió lo que anheló.

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Hace mucho que no bailamos, hace mucho que no nos vemos.

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Hace mucho que la quiero.

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Hace mucho que la amo.

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Hace mucho que la extraño.

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Hace mucho que no escucho la nota de su corazón.

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Hace mucho que la nota musical de nosotros comenzó a sonar.

DAICHI