1. Chantajes emocionales.

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Horas después del Epílogo de "El Club de los Cupidos Negros".

Olivia

— Liv, linda. — Canturrea mi hermano y pone ojitos de perrito. — Por favor.

Ruedo los ojos. 

— No. — Continuo leyendo el periódico.

— Sólo serán dos horas. — Ruega.

Doblo el periódico y lo miro a los ojos nuevamente.

— No quiero ir. — Sonrío falsamente. — Es tu deber, no mío.

Peter quiere que vaya a una fiesta organizada por Sapphirus Company y teniendo en cuenta que su nueva sucursal en este país tiene mi nombre, no es que sea muy atrayente.

— La familia Allen debe ir y tú...eres casi una integrante de la familia. — Murmura.

— Pero no lo soy, así que lo mejor es que vayan los demás integrantes de tu familia. — Finjo sorpresa. — Oh, pero que lastima, sólo estás disponible tú, porque tus padres están en un crucero por las Bahamas. 

Muerde su labio inferior y me tira un cojín.

— Verás al amor de tu vida, deberías ir sólo por eso. — Entrecierra sus ojos. — Has rechazado a todos los chicos que te he presentado, a los amigos de Nina, Frankie, Janna, Dolly, Charlie, y los chicos que tú misma has conocido, porque aún piensas en él...así que...deberías...

Niego.

— Lo siento, pero los chantajes emocionales no funcionan conmigo. 

Claramente no voy a ir a la fiesta y mis fracasos amorosos no vienen al caso. 

— Liv, por favor. — Junta sus dos manos y finge rezar.

— ¡Bien! — Alzo la voz. — ¡Voy a ir a la maldita fiesta del viernes! 

Peter se levanta del mueble y me jala del brazo para comenzar saltar como dos niños pequeños.

Todo el tiempo que perdimos cuando éramos unos niños lo hemos estado recuperando y me siento feliz por ello. 

***

— Oh...te amo, Zack...perdóname, Zack...no te vayas, Zack... — Nina se burla.

Me cruzo de brazos y la miro mal.

— Yo no dije eso. — Me defiendo.

Enarca una ceja con diversión.

Nina se quedó en mi casa y ya que me vio dormir, se está burlando de lo que digo entre sueños.

— ¿No? — Ríe. — ¿Entonces que fue lo que escuché? 

— No lo sé, tal vez estaba diciendo otra cosa...igual sólo son balbuceos. — Muerdo mi labio inferior.

Sigue riendo.

— Cuando duermes, tu subconsciente está haciendo de las suyas, así que lo que escuché es lo que tu ser más profundo desea gritar a los cuatro vientos. 

— Claro que no. 

— Claro que sí. 

— No. — Refuto.

— Sí.

— Señoritas. — El señor Dalton interrumpe nuestro pequeño debate y ambas lo miramos apenadas. — Ahora que tengo su atención, las necesito a la 1:00 p.m en la sala de juntas. 

— Jefe, yo debo aparecer en el noticiero a esa hora. — Nina comenta intentando evadir el llamado del jefe.

Cuando el jefe Dalton nos quiere en la sala de juntas es porque algo complicado va a suceder o alguien muy importante vendrá y por eso nadie quiere ir allí, y yo tampoco iba a ser una excepción, sólo me hace feliz mi trabajo de campo.

No soy un cupido negro - Las flechas de Cupido #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora