La sangre de un pecador escurre en el templo sagrado, un alma tan hermosa como la luna roja, tan imperfecto como los mortales y tan pecador como su propio rey.
Tras la muerte de Jimin y Shiriam, arrebatandoles la vida eterna, Min Yoongi se ve en to...
Paciencia; esa es la clave para llegar a la tranquilidad mentalo tal vez no.
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C
apítulo 01: El cielo cae y los cuervos salen.
Mi alma quería salir de su cuerpo, logrando que la tensión se sintiera en toda mi fría sangre, no podía hablar, ni mucho menos moverme. En el cielo se mostraban el atardecer, mientras que las hojas de los árboles caían alrededor de la iglesia.
Me encontraba sentado en la parte de atrás de aquella iglesia completamente destruida. Solté un suspiro, mirando atentamente al cielo. Mi pecho ardía y no lograba comprender cual era ese sentimiento.
Ser parte de este mundo infernal, te trae muchas cosas buenas y malas, tiene más contras que pro. Puedes tener poder, respeto por mucho y miedo por otros. Sin embargo, cuando te tocaban lo que más amabas, estabas condenado a repetirlo una y otra vez. Los castigos eran peores de los que cualquier mortal podía tener por sus pecados.
Era algo que nunca logré entender, Dios perdonaba a los humanos; pero nunca a sus ángeles caídos.
A pesar de perdonar, nunca les abría las puertas al paraíso, me parecía algo absurdo y muy hipócrita. Esas personas confiaban en él y hacían absolutamente todo para ser perdonados por el todo poderoso y este solo huía de ellos.
Sentí la presencia de Seokjin a mis espaldas, simplemente asentí y él se acercó lentamente, sentándose a mi lado.
—Namjoon ya llamó a la policía— Asentí mirando a un punto fijo en el cielo —Solo tienes que decir que estabas trabajando...
—No diré nada— le interrumpí —Yo voy a irme de aquí, no, no puedo simplemente quedarme aquí y ver como se llevan su cuerpo.
Seokjin hizo una mueca, pero asintió a mis palabras. Yo solo podía prestar atención a la frescura que la brisa transmitía a mi cuerpo.
—Él está en alguna parte y lo sabes, nunca estarás solo— Susurró Seokjin mientras agarra mi hombro, dando una muestra de apoyo, la cual yo rechacé.
—No, él ya no está, en ningún lado, eso es lo que sé— hablé agresivo, logrando que Seokjin agachase se cabeza en forma de sumisión.
—Nunca vas a cambiar ¿verdad? Lo perdiste una vez y no hiciste nada, lo vuelves a perder ¿y vas a huir otra vez?
Sentía que él tenía razón y realmente si la tenía, pero decidí hacer oídos sordos a sus palabras.
