CAPÍTULO 4

125 16 0
                                    

Pasó el tiempo y aparentemente todo se encontraba tranquilo, mi matrimonio iba de maravilla, mi amistad con Michael volvía a ser como antes y Janet estaba en silencio. Según supimos, había estado algo deprimida porque su novio al saber lo que había hecho conmigo y lo que yo hice con ella, terminó el compromiso que tenían. No pude estar más satisfecha y no caeré en hipocresías, no me arrepentía de lo que hice.

-No quiero que te vayas –Murmuraron unos labios sobre mis pechos-

-Aún si me quedara –Suspiré cuando las caricias de mi esposo aumentaron- tú tendrías que irte.

-Podrías dejar por un tiempo tú carrera y quedarte más tiempo conmigo

Hice una mueca, el encanto se había roto cuando Bill sugirió aquello. Lo cual, evidentemente no se llevaría a cabo.

-Estoy en mi mejor momento musical, ni siquiera lo pienses cariño. –Lo aventé sutilmente y le di una sonrisa de lado. Se levantó de encima de mí y se recostó en la cama, mientras que yo me levanté y me puse una bata para cubrir mi cuerpo desnudo- Quita esas ideas de ti, Bill.

-Solo era un comentario. –Se excusó- Entre tus largas horas metida en el estudio y yo grabando día y noche la jodida película apenas y nos vemos. –Asentí dándole la razón- A veces lo único que quiero es que después de hacer el amor no tenga que salir corriendo uno de los dos porque tiene que trabajar.

-Te comprendo, a mí también me molesta pero así es la vida. Yo jamás te pediría que dejes la actuación para que te quedes aquí encerrado.

-En realidad he decidido que en el momento en que te embaraces, dejaré de trabajar y me dedicaré a cuidarte. –Pasó sus brazos por detrás de su nuca sin dejar de mirarme. Abrí los ojos sorprendida por el tema que estaba tocando y empezaba a sentir escalofríos-

-No es algo de lo que quiera hablar –Me dirigí hacia el baño-

Sentí sus ojos quemar mi espalda siguiendo mis pasos, me di cuenta de que mis manos sudaban debido a la ansiedad. Relacionar un embarazo conmigo me causaba náuseas y desesperación, además de terror al imaginarme que la situación se repitiera. Me bañé entre pensamientos y planes hipotéticos; Si yo algún día llegara a concebir un hijo, el único enterado sería Bill y yo sería la encargada de cocinarme. Si podía evitar otra pérdida, lo haría y si podía evitar embarazarme, también lo haría. Tal vez simple y sencillamente yo no era una mujer que tuviera la facultad de ser madre.

Me puse un vestido corto de manga larga color negro, con un escote que llegaba casi a mi ombligo. Dejé mi cabello suelto, me maquillé, me puse tacones y salí hacia la sala buscando las llaves de mi auto.

-¿Te irás así? –Preguntó mi esposo observándome desde la cocina con un plato en la mano-

-Por supuesto, ¿qué no te parece? –Dije con burla-

-El hecho de que Michael va a verte, ¿cómo esperas que el pobre hombre te olvide si vas vestida como una diosa? –Hizo un puchero-

-Pensaba acostarme con él apenas llegara, en realidad.

-¡Mierda! –Se quejó siguiéndome el juego- ¡Qué hijo de puta con suerte!

Riéndome, me acerqué hasta él. Me tomó de la cintura y me cargó, enredé mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo el calor de la piel de su abdomen chocar con mi entrepierna.

-Podrías pedirme que me hinque y te alabe por lo que me resta de vida y yo sin pensarlo lo haría. Así de enamorado me tienes, P.

Dibujé una sonrisa maliciosa.

-Bien –Tomé mi vestido y lo enrollé en mi cintura- Tienes quince minutos para alabar a tú diosa.

************************

KINGS II -LA CAÍDA DEL IMPERIO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora