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La canción que sonaba al final de la jornada escolar se llamaba ''El camino a casa''. Realmente no le gustaba la melodía nerviosa de la misma.

Era como si te hiciera sentir solo a propósito para que te dieras prisa y te fueras. Al final de un día escolar, a puesta de sol estuvo acompañada de música triste. Hira estaba alimentando con pan de la cafetería al pequeño conejito que vivía en los terrenos de la escuela.

Un anciano en chándal habló detrás del niño:

''¿Te gustan los conejitos?''

El hombre seguramente era maestro, o no estaría en los terrenos de la escuela. Sin embargo, no enseñaba en el grado de Hira. El chico se sintió inquieto por el anciano maestro, que era un simple extraño para él.

Oh no, está sucediendo.

E pensamiento extraño entró en la mente del chico cuando abrió la boca para decir las sencillas palabras ''Me gustan''.

''Yoo-yo-yo...''

Ah, como era de esperar. Las palabras no saldrán. El maestro inclinó la cabeza confundido hacia Hira, que tenía la cara roja y tartamudeaba la palabra ''yo'' sucesivamente mientras sudaba debajo de su ropa.

''Ah, entonces te gustan. Date prisa y vete a casa antes de que oscurezca''.

El profesor palmeó suavemente la cabeza de Hira, y éste bajó la cabeza avergonzado con el pan todavía en la mano. ''Me gustan''. Eran palabras simples.

''...Me gustan.''

Esta vez cuando Hira intentó decirlas en voz alta, las palabras salieron sin problemas y se sintió desesperado.

Esto no sucede cuando habla con sus familiares o amigos cercanos, pero cuando está nervioso, las palabras no le salen. Las situaciones como cuando está leyendo un libro, son desastrosas. Todos estaría escuchándolo atentamente en un salón de clases silencioso, donde todos reían de Hira mientras tropezaba con cada palabra.

Cuando ingresó por primera vez a la escuela primaria, el maestro se comunicó con sus padres sobre el problema. Lo llevaron a ver a un médico, quien les dijo que su hijo tenía disfemia*. El médico le dijo a los padres de Hira que trataran de evitar que se pusiera nervioso. Le dijo al chico que cada vez que se pusiera nervioso, debía respirar profundamente y esperar hasta que se calmara un poco antes de hablar. Era un buen consejo, pero no infalible. Si se sobresalta antes de poner en orden sus sentimientos, entonces ya es demasiado tarde. Terminaría como lo ha hecho ahora.

''Yo-yo-yo''.

Para empeorar las cosas, solo porque a menudo estaba nervioso, no sabía cuándo ni dónde vendría el tartamudeo. Los compañeros de clase se sentían hartos de Hira, que de repente escupía sonidos cortos como un tirador de guisantes, como ''su-su-su'' o ''ka-ka-ka-ka'', por lo que Hira, rápidamente se convirtió en el niño callado de la clase.

Se convirtió en un hábito para él respirar profundamente para calmarse cada vez que que alguien le preguntaba algo. Por lo general, no estaría listo para hablar hasta que la otra parte se molestaba con él. Así fué el caso de todos sus compañeros de clase, quienes los consideraban un tonto.

Se sentía desagradable y triste.

Aún así, pensó que era mejor que lo consideraran un tonto en lugar de raro.

Hira respiró mucho más profundo de lo que la mayoría de los niños a su edad serían capaces de hacer y dejó los últimos pedazos de pan en la casa del conejito, luego salió de la escuela.

Mientras caminaba a lo largo de un riachuelo sucio, vio algo amarillo que flotaba del otro lado. Era un pato de goma amarillo con ojos redondos y pestañas rizadas dibujadas en él. Alguien debió tirarlo o dejarlo caer a propósito. De hecho, estaba escrito el nombre ''Capitán Pato''. Al verlo flotar entre las paredes de hormigón, Hira sintió una silenciosa simpatía por él. Realmente debería estar jugando en una piscina o en una bañera jugando con un niño, pero en lugar de eso, el pequeño oficial Pato estaba atrapado en un riachuelo sucio. ¿Qué había pasado en su vida para que terminara aquí?.

Mi hermosísimo chico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora