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South Park dividía sus escuelas en Alfa-Beta, estando una al lado de la otra mas siendo divididas con una reja ya maltratada por los constantes intentos de fugas, golpes y protestas hechas por los mismos estudiantes.

La escuela de alfas era una completamente privilegiada, habiendo muchísimas oportunidades dentro, muchísimas más que en la de betas al menos, la cual tenía menos clubes y menos preparación a lo que sería la universidad.

A pesar de todo, la escuela de betas estaba totalmente colapsada, haciendo que unos cuantos tengan que convivir con los alfas (privilegiados o no, los demás deciden), observando como los miraban en menos.

Había un grupo en particular que suele despreciar con un claro sentimiento de superioridad.

Hablando del Rey de Roma...

— ¿Nuevos estudiantes transferidos? — Preguntó con notable asombro Stan. — ¿Ahora? ¿A mitad de año? Amigo, que mala suerte.

— ¡Ja! ¡Que idiotas! ¡Les habría salido mucho más a cuenta tomar un curso! — Rió con superioridad Cartman, mostrando, según él, su inteligencia mayor al promedio.

— Absolutamente todos pensamos eso, gordo. No debe ser tan fácil. — Razonó Craig.

Tocó el timbre para entrar a clases y el grupo de amigos fueron a paso lento y tranquilo, Kenny y Stan decidieron fugarse e ir a fumar hierba a algún lado. Tener un padre adicto a la marihuana trae sus ventajas.

Por otro lado estaban los omegas prácticamente temblando de nervios por lo que sería su nueva escuela. Todos con su respectivo uniforme perfectamente arreglado, sin una pizca de maquillaje y cualquier perforación oculta, porque sí, todos ellos tenían uno que otro piercing hechos por el solo hecho de estar aburridos.

Todos estaban maldiciendo en sus mentes a los estúpidos betas por ser demasiados, obligándolos así a ir a la escuela de los asquerosos alfas.

— No puedo creerlo, es decir, siempre supe que había una sobrepoblación de betas, pero ¿Tantos? esos deberíamos de ser nosotros si no fuera porque el gobie-

— Detente Kyle, de nada sirve quejarnos. — Suspiró agotada Heidi, igual de nerviosa que los demás. — Tienen todo preparado supongo. No quiero sorpresas.

Y sin más entró, haciendo que a los demás se les vaya levemente el terror que sentían.

Ya dentro el grupo de amigos se disolvió yendo a sus respectivas clases, Butters a química, Christophe a educación física, Kyle a educación cívica y así los demás. Los únicos que compartían clases eran Heidi y Mike, ambos a filosofía.

Christophe caminaba con la espalda recta y mentón alzado, algo que planearon para verse con más altura de la que en verdad tenían.

El castaño se sorprendió al darse cuenta de que había llegado. Un gimnasio realmente grande lo esperaba con las puertas abiertas, mostrando como dentro los estudiantes que ya habían llegado estaban calentando para lo que sería fútbol americano.

"Supongo que no es mal comienzo, pero debo estar alerta."

Con pasos firmes entró y se juntó con quién parecía ser el entrenador, ignorando las miradas curiosas y enamoradas por parte de algunas chicas.

"¿Es nuevo?"

"Nunca lo había visto"

"Es tan atractivo"

— Buenos días entrenador, soy el nuevo alumno transferido. — Saludó con mucha educación, haciéndose notar su clásico acento francés.

El hombre al que el castaño le hablaba era grande y robusto, de tez negra y vestía una camiseta roja con un buzo deportivo azul, con el típico silbato colgando de su cuello.

Chicos buenos ΙΙ South Park Donde viven las historias. Descúbrelo ahora