DE VUELTA A CASA

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Lucas:
Ahí estaba yo, en el coche de mi madre, dirigiéndome a casa después de un día un tanto extraño en el instituto ya que sonaron las alarmas de nuevo, como el día anterior, pero esta vez no vimos nada fuera de lo común y estaba claro que no era un simulacro:
-¿Te han dado la nota de algún examen? -preguntó ella, después giró a la derecha.
-No, madre.
-¿Y el amigo tuyo ese..?
-Daniel, no ha venido hoy y no me habla desde que le vi salir con esa chica corriendo.
-¿Seguro que no te han dado ninguna nota? -giró a la izquierda, después de una rotonda.
-¡Qué no, pesada!
-¡No me hables así! ¡Una semana sin móvil si me vuelves a contestar, y reza para que no le diga nada a tu padre!
Asentí, estaba bastante acostumbrado a ese tipo de comportamientos en mi madre. Acto seguido me puse los cascos y los conecté al móvil para escuchar la radio, a mi madre no le gusta la música, por eso no puse la del coche.
Pasaron 10 minutos, se tardaba bastante en llegar a mi casa y me empezaba a aburrir. Decidí entrar a WhatsApp para leer lo que me habían escrito, pero de repente mi madre frenó en seco y se me cayó el móvil.
-¡¿Pero que haces?! -me agache y estiré el brazo intentando cogerlo.
-¿Lucas?
-¡¿Qué?!
-¿Qué es eso?
Levanté la mirada, pensando que era una tontería, pero para mi sorpresa no era así. Yo, asustado, me acerqué al cuerpo de lo que parecía ser un humano, a pesar de las advertencias de mi madre de que nos fuésemos. No podía estar más equivocado al pensar que solo era una persona, una inocente e inofensiva persona a la qué habíamos atropellado por error. No era así, y en ese momento deseaba con toda mi alma que aquello fuese broma, una pesadilla o incluso una alucinación, todo menos eso. Le di una patada para asegurarme de que era lo que yo pensaba y, efectivamente, era un asqueroso zombi.
-¡Arranca el coche! -le grite a mi madre, mientras corría hacia mi asiento y me sentaba en él- ¡¡¡Arranca ya!!!
Salimos hacia quien sabe dónde, a unos 230 Km/h mientras llamaba a todos mis contactos. Desde entonces mi vida dio un giro de 360° junto a mi físico y, por supuesto, mi personalidad.

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