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Jungkook iba en la derecha, y Jimin en la izquierda, mientras que delante de ellos iba Hyerin ajustando sus anillos de oro obsequiados por el mismísimo rey. Acomodó sus gafas y soltó un suspiro un poco cansado, el viaje era más o menos largo.

— ¿Todo bien señorita Hyerin?

— Es solo el viaje. No tengo nada en contra de su carruaje, pero es tan cómodo que me hace dormir. ¿No le molestaría que cierre los ojos un momento? —Jimin negó con su cabeza y ella cerró sus ojos de inmediato, de seguro tenía sueño y con todo el trabajo que hace se debe cansar muy seguido.

El príncipe soltó una risita, mientras que a su lado, el caballero Jeon miraba hacia la ventana. Jimin miró hacia adelante, luego a la señorita Hyerin y después a su caballero, posicionado su mano sobre su muslo con mucha delicadez. La yema de sus dedos jugaban con la tela de su pantalón, mientras que su mano subía y bajaba. La mirada de Jungkook se fijó en aquella mano, sintiendo su respiración agitarse, pero antes de que sea demasiado tarde, dejó su mano sobre la del príncipe y la sostuvo con firmeza, logrando que se detuviese en menos de un milisegundo. Es como si su pequeño momento íntimo hubiera sido rebentado como una burbuja al sol.

— Príncipe. —susurró—. Aquí no.

Jimin bufó y sacó su mano, para luego cruzarse de brazos un poco molesto. Jungkook desvió su vista hacia la ventana, viendo como se estaban acercando hasta el palacio de los Cho. El caballero despertó a la asistente del Rey, y ésta despertó de inmediato, para arreglarse un poco más antes de bajarse. En la entrada los esperaban los asistentes de la familia Matsumoto y Cho, expectantes por recibir al príncipe Park, el futuro rey al trono. Al entrar, los tres subieron unos escalones gigantes, hasta llegar a la sala principal, en donde estaban las familias más adineradas bailando al ritmo de la orquesta.

Jungkook se quedó detrás de Jimin, mientras que la señorita Hyerin se introdujo a sí misma a gente importante y con dinero. El príncipe pensaba que era otro baile aburrido más. Era algo innecesario estar presente; sin embargo, en el momento que se giró hacia Hyerin, su noche cambió por completo.

— Príncipe... Ella es la princesa Hana, de la familia Matsumoto. —la princesa saludó cortesmente, sosteniendo su vestido hasta hincarse levemente—. Él es el príncipe Jimin, de la familia Park.

— Es un gusto, príncipe... He oído mucho de usted.

— Lamentablemente yo no de usted.

— Eso se puede cambiar —sonrió ella con timidez, llevando la mano a su boca mientras reía—. ¿Llegó hace mucho?

— Oh, no. Acabamos de llegar. —contestó, sintiendo la mirada de Hyerin y unas caras desconocidas sobre él.

— ¿Entonces no le molesta que baile conmigo?

— Según las normas que me han enseñado, yo debería ser quien la invite a bailar, pero de acuerdo. No hay problema —Jimin sonrió y le ofreció su mano con gentileza. Ella tomó su mano, y al caminar agitaba su vestido de color rosa pastel. 

Ellos bailaban al son de la música. Hana descansaba la mano en su hombro, mientras que la otra tomaba la mano izquierda del príncipe, ya que la derecha estaba ocupada en su cintura. Todos estaban pendiente de la pareja, incluyendo al fiel caballero que miraba sin mostrar expresión alguna.

Claro que sentía algo, pero era algo inexplicable.

— ¿No se ven bien juntos? —preguntó emocionada Hyerin.

— Ah... Sí. —contestó, sin quitarle la vista a los movimientos lentos de cada uno.

— Dios, imaginate los hijos. La genética de ambos... Todo será espectacular.

— ¿Disculpe?

— Hana será la futura esposa, tontito. Por eso lo traje aquí. La familia Matsumoto planeó esto.
Ya era el segundo baile, en el cual ambos se llevaron los aplausos del público. Era obvio que Jimin sabía bailar muy bien gracias a las clases de baile que su padre le obligó a tener, junto con las clases de piano, ajedrez, esgrima, entre otras. Hana caminó hacia una esquina y bebió un poco de vino blanco en una de las tantas copas que estaban sobre la mesa. Jimin la observó y negó amablemente beber en el momento que ella le ofreció una copa. La princesa de Japón se reía de una historia que él contaba con emoción, y fue en aquel entonces que ella lo invita hacia una salida externa que daba hacia un balcón. Jimin asiente con cortesía y ambos salen, dándoles la espalda a los demás.

— Dos bailes... Vaya, yo creo que afuera irán por un tercero.

— ¿Por qué te emociona que bailen juntos? —preguntó Jungkook, sin quitarle la vista a la puerta en donde Jimin salió.

—  Si ya bailan juntos con la misma pareja más de una o dos veces, significa que hay atracción de por medio, y yo veo que así fue... Así que es hora de emprender nuestro camino.

— ¿Q-Qué?

— Dejaremos al príncipe aquí. Él pasará la noche con su futura esposa. Vámonos.

Jungkook la mira desconcertado, y luego vuelve a mirar la puerta como si fuese un cachorro esperando a su dueño; no obstante, no le quedaba de otra que aceptar y girar su cuerpo hacia la salida principal, y así, marcharse en carruaje junto con Hyerin. Se sentía extraño, se sentía desolado, y un poco perdido. La mujer estaba emocionada, mientras que Jeon no demostraba emoción que haga que su rostro cambie un poco de ánimo.

— La luna está bellísima —dijo Hana con emoción, sosteniendo la baranda de mármol—. ¿No te gusta?

— Está bella, claro que sí —respondió, mirando la luna y luego bajando su vista hacia donde estaba Hana—. Lo ha pasado bien con usted, princesa.

— Oh, príncipe... Sólo llameme Hana —sonrió, con mejillas ruborizadas—. Uhm... Gracias por venir.

— Gracias a ustedes por la invitación. Dígame, Hana. ¿Extraña Japón?

— Solo un poco... Ya que ahora... Lo que quiero está aquí —la princesa tomó sus manos y las llevó a su mejilla para descansarlas ahí, sintiendo la mirada de Jimin sobre ella. Sus ojos como dos estrellas—. Príncipe...

— ¿Si?

— Quédese esta noche. Baile conmigo otra vez bajo la luz de la luna. Hagamos de esta noche una inolvidable... Quédese, conmigo.

Royal & loyal - mini fic km.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora