RUNE-Mamá.-Sacudo suavemente su hombro. Ella se queja y aparta mi mano, sus ojos cristalizados giran para observarme.-Papá se molestará si te encuentra todavía en la cama. Hoy dará la misa y sabes que querrá que estemos ahí.-Prosigo.
Ella hace una mueca desagradable y vuelve a girar su rostro, haciendo que la luz blanca de la pequeña ventana ilumine su rostro. La habitación huele a cerrado y está mayormente en penumbra. Hay un charco de humedad en los tablones de madera que crujen y todo luce frío, oscuro y deprimente.
-No me importa lo que él piense.-Susurra. Su voz es débil, pero hay seguridad en sus palabras.
-Papá se preocupa por ti.-Camino alrededor de la cama y me acerco al armario, buscando ropa para ella. Mis manos acarician las telas. Veo un vestido elegante de color celeste y miro sobre mi hombro, buscando la atención de mi madre.
-Podrias llevar este.-Sugiero.-Hace mucho tiempo que no te lo pones y siempre te quedó bien. A papá siempre le gustó.
Mamá resopla y vuelve a mirar hacia la ventana. Su mirada se ve perdida, apagada. Hace mucho tiempo que sus ojos no tienen alegría.
-Tu padre cambió, ya no le interesan esas cosas.-Sus ojos azules vuelven a girar hacia mi.-Ni siquiera soporta mirarme.
Agarro el vestido azul y lo dejo doblado en una silla. Me acerco al joyero de mamá y trato de fingir estar concentrada buscando algo que quede con ese vestido.
Es cierto que desde hace tiempo, la relación de mis padres no es lo que era. Sobretodo últimamente. Pero no es lo único que está mal en nuestra familia. Todos nos hemos visto obligados a cambiar. Cada uno intentando sobrevivir. Mi padre ha puesto todo su empeño en ser la fuerza impulsora para todos los ciudadanos de nuestra comunidad, olvidándose parcialmente de su mujer y sus hijos. Rider, mi hermano mayor por dos años, encontró consuelo en su prometida, Kit con solo siete años es demasiado pequeño para entender completamente lo que está mal y yo me mantengo fuerte porque de alguna manera, a mis dieciocho años, toda la responsabilidad de mi familia ha caído sobre mis hombros.
Pero mi madre no ha encontrado nada que la motive a vivir. Su depresión cada día es más y más profunda, y cada día tengo más problemas para motivarla. Hoy tengo especial prisa porque Kit saldrá pronto de la escuela y no creo que Rider se acuerde de ir a buscarlo, es demasiado olvidadizo.
Guardo silencio, e intento pensar en algo.
-A Kit le haría mucha ilusión verte arreglada. Se llevará una sorpresa cuando venga del colegio y te vea tan elegante.-Miro su rostro ojeroso y veo como finalmente una débil comisura se eleva con miedo. Se peina débilmente el flequillo rubio de su frente y asiente con la cabeza.
-Si, tal vez debería hacerlo. No es bueno que vea a su madre todo el día tirada, aunque sea un niño, se da cuenta de las cosas.
Asiento lentamente mientras voy dejando todo lo que ella necesita a mano.
-Voy a calentar el agua para que puedas ducharte. Volveré en seguida.
Salgo de la habitación, pero miro una última vez como se incorpora y se sienta. Su figura ensombrecida y viéndose todavía derrotada.
***
-¡Rune!.-Kit se lanza a mis brazos y sonríe, enseñándome la falta de diente donde debería estar su pala.
-¿Qué te pasó?.-Inquiero.
-Me caí mientras jugábamos. Todos se asustaron mucho cuando empecé a sangrar.-Comenta y toca con su dedo índice el hueco, sus ojos entrecerrados.