Soy Aurora, La Hermana de la 'Niña Que Vivió'

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Callejón Diagon.

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Estaba en la biblioteca, ocupándome de mis asuntos, como de costumbre, cuando de repente apareció un elfo delante de mí.

''Joven señorita Aurora, señora, ha llegado su carta de Hogwarts. Lady Potter también solicita su presencia en el salón inmediatamente''. La elfa me entregó mi carta con una leve reverencia. Asentí.

''Gracias, Ania'".

Con otra reverencia, la elfa se marchó. Suspirando, abrí la carta y la leí a medias, antes de tirarla. Habría sido emocionante ir a Hogwarts si mi carta hubiera llegado ayer, pero después de oír que mi querida madre ocuparía el puesto de profesora de Historia en Hogwarts este año, digamos que mi alegría se había roto en millones de pedazos.

No podía soportarlos en "casa", a mis padres. Pues lo único que hacen es preocuparse por mi hermana como si fuera la única hija que tuvieran. Mi padre es el peor, ya que compartía muchas similitudes con "la niña que vivió". Me pregunto cómo será cuando vayamos a Hogwarts con mi madre allí, vigilando cada movimiento de Ariana, preocupándose por ella y asegurándose de que ha comido bien. Probablemente sería muy molesto.

Mis padres no me odian, no realmente. Y yo tampoco los odio. Es sólo que soy diferente. No soy como ellos. Hago las cosas de forma muy diferente a ellos, y por eso hay una falta de comunicación entre nosotros. Yo no los soporto y ellos no me soportan, así de simple. Así que lo más fácil era ignorarme, supongo.

No voy a mentir, siento celos cuando mi hermana recibe toda su atención, que es siempre. Al fin y al cabo, sigo siendo una niña que desea la atención de sus padres. Pero otra parte de mí preferiría mantenerse alejada de todos ellos, porque en el fondo yo sabía que no era parte de la familia, algo dentro de mí no lo permite. Y estoy un poco bien con ello.

Suspirando, marco la página que he estado leyendo y bajo al salón, donde mi "familia" me espera impaciente.

''Te tomaste tu tiempo, ¿eh?''. Mi hermana me miró enfadada.

"Sí, lo hice". Me aseguré de mostrarle una sonrisa que demostraba que sí, que me había tomado todo ese tiempo que necesitaba.

"¡Date prisa, niña! No tenemos tiempo que perder''. Dijo mi padre, James Potter, impaciente, dirigiéndose a la chimenea. Le dijo a mi gemela lo que tenía que hacer antes de marcharse con nuestra madre, Lyssa Potter neé Fernsby. Vi cómo Ariana se marchaba a continuación, mirándome con suficiencia mientras gritaba "Callejón Diagon" demasiado alto. Seguramente pensó que no tenía ni idea de cómo se hacía, y la verdad es que no la tengo. Pero después de ver a mis padres y a mi hermana hacerlo, puedo decir que es muy sencillo.

Cogí un poco de polvo flú, entré en la chimenea y grité claramente "Callejón Diagon" antes de soltar el polvo. En un abrir y cerrar de ojos llegué a mi destino, tropezando sólo un poco al salir.

"¡Date prisa Aurora, no tenemos todo el día!". Dijo mi madre rápidamente, tomando la mano de mi hermana y alejándose. Yo la seguí tranquilamente, observando el callejón mientras caminábamos hacia Gringotts. Nunca había estado en el callejón Diagon, y tengo que decir que es bastante ruidoso. Pero a pesar de todo, disfruté mirando las numerosas tiendas alineadas en el callejón.

Una vez que recogimos dos tarjetas de débito mágicas para Ariana y yo, con bastantes galones dentro, lo cual en mi opinión era mucho, nos dirigimos directamente a Madam Malkin's.

Y Ariana, siendo Ariana, no había hecho otra cosa que atraer todas las miradas irrumpiendo en la tienda. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo al ver a la " niña que vivió " entrar en la tienda con sus padres. A mi hermana se le dibujó una expresión de suficiencia en la cara mientras agitaba su cabello pelirrojo de un modo bastante dramático antes de dirigirse a la entrada para que le tomaran las medidas de las túnicas. Aunque fuimos los últimos en entrar, la gente se abrió paso para que mis padres y mi hermana pasaran al frente. Todo el mundo señalaba a Ariana, murmurando con entusiasmo. Algunos incluso se hacían fotos, y los demás niños no perdían el tiempo pidiéndoles autógrafos. Sabía que si me quedaba allí con ellos tardaríamos siglos en salir de la tienda, así que me hice un favor y me fui.