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AUNQUE JUNE LE PROMETIÓ A GORYA QUE IBA A prestarle uno de sus tantos vestidos elegantes para la fiesta de cumpleaños de la tal Mira, cambió completamente de opinión cuando terminó su última clase del día, pues la idea de ir a comprar ropa nueva junto a alguien que no fuera Jay le emocionaba bastante.
No era como si no le agradara salir con el muchacho pero, a decir verdad, nunca había ido de compras en compañía de otra mujer que no fuera su progenitora. Y la última vez que lo hizo con ella fue cuando seguía siendo una niña puesto que, después de cumplir diez años hasta la actualidad, su madre solía pasar gran parte de su tiempo en la empresa.
Si bien June se sentía orgullosa de que su madre estuviera prosperando en el trabajo, no podía evitar extrañar la época en la que pasaban parte de su tiempo juntas. Además, ella necesitaba ocupar su tiempo libre en otra cosa que no fuera estar encerrada en la casa con sus mascotas ─aunque le agradaba bastante hacerlo, pues adoraba a sus gatos─, así que pensó que sería buena idea pasarlo con una de las pocas personas que le agradaba en Köcher High.
Entonces, no dudó en convencer a Gorya de subir al auto que conducía Klahan con la excusa de que su madre necesitaba la ayuda de ambas en un nuevo proyecto de la compañía. Sin embargo, en el momento que el vehículo se estacionó en una de las tiendas de ropa más famosas de la ciudad, Gorya supo que la única persona que necesitaría ayuda sería ella.
─Honestamente, no creo que esto sea buena idea ─suspiró por doceava vez, obteniendo la inmediata atención de June.
Ella se levantó del sofá que llevaba ocupando desde hacía más de veinte minutos y caminó hasta el probador en el que su amiga se había metido a regañadientes.
─Por última vez, Gorya ─bufó June, rodando los ojos al mismo tiempo que cruzaba los brazos, mientras se recostaba en la pared contraria a la del probador en el que se encontraba la pelinegra─, es un regalo. No vas a irte al infierno por aceptarlo, ¿sabes?
─Sé que no, pero la ropa de esta tienda es muy costosa ─discutió─. ¿No podías haber escogido una más económica?
─Sí ─contestó la chica Wongwai mientras contenía una sonrisa─, pero mí madre conoce a la dueña de esta tienda, así que…
