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     Joder. Mierda. Carajo. Verga. Puta madre. Literalmente hace 5 segundos estaba entrenando para olvidar lo enojado que estaba consigo mismo. Revive la sensación y luego… los gritos, la discusión, se le erizan los cabellos del cuerpo y suelta la pesa como si quemara. Mierda. Se pasa la mano por el cabello exasperado. Tiene culpa parcial y lo admite (en realidad, tiene toda la culpa pero lo hace sentir mejor culparse parcialmente). El problema ahora es no saber cómo acercarse al cocinero, tienen que hablar eso está claro. ¿Pero como?

    La mano que tallaba su cabello ahora reposa en su nuca pero pronto viaja junto a la otra a su rostro, tallando para terminar oprimiendo sus sienes.

     Todo había comenzado un día en la madrugada, cómo era costumbre después de hacer su ronda en el nido de pájaros se dirige a la cocina a buscar algo que comer y dormir lo que pueda antes de que Luffy (u otra cosa) perturbe su sueño. Está vez se encontró con el cocinero, rara vez se cruzaban tan temprano en la mañana, normalmente a las horas que termina de hacer guardia Zoro, Sanji estaría dormido. No recuerda con exactitud cómo comenzó la pelea, recuerda saludarlo a su manera, sentarse en la mesa esperar a que Sanji le sirviera algo luego todo se vuelve confuso, seguramente pelean por una miniedad para terminar como siempre tirando uno del otro por el cuello de sus camisas... Pero... Zoro no... El no quería... ¿O si? Si, definitivamente quería besar al cocinero en ese preciso momento, desde hacía un tiempo de hecho y esa madrugada algo se desconecto en Zoro y simplemente paso, silencio la discusión besando a Sanji sin permiso ni aviso. Al dimensionar su acción soltó al rubio, se quedaron mirando un rato y Sanji solo atino a gritar insultos, amenazas y patadas. "¡No me vuelvas a dirigir la palabra!" "Si alguien se entera de esto estás muerto" no podía articular palabra,  salio corriendo de la cocina aún procesando sus acciones murmurando "lo siento" y "perdón" todo el camino de la mesa a la puerta.

     Ahora, tres días después del incidente: Sanji no le ha dirijido la palabra. No le ha gritado si quiera, ni lo ha mirando con esos ojos llenos de desafío y superioridad, ni retado a un duelo, ni han entrenado juntos, ni siquiera lo mira ahora, admite de muchos de los insultos y acciones "contra" en Cocinero eran para llamar su atención de la forma que sea, le gustaba que lo mirara y ahora... Ahora no tenía nada de el, el Sunny se sentia más silencioso, sus peleas diarias eran parte fundamental del ruido general del barco, fue con esta extraña calma que sus nakamas se dieron cuenta que algo no estaba para nada bien.
Cuarto día de la ley del hielo: Los Mugiwaras perciben a Zoro como un fantasma que acecha a Sanji. Los intentos por hablar con ambos de lo ocurrido han sido niños para todos ellos.

     No es hasta una semana después del incidente que se reencuentran en las mismas circunstancias de aquella noche, ellos dos solos en la cocina durante la madrugada.

     Zoro piensa seriamente en cerrar la puerta al divisar al cocinero pero da un paso al frente. Se sienta en la mesa y nadie dice nada. Sanji lo ignora metiéndose en sus asuntos.

     —Cocinero. —Zoro lo llama, no responde.

    —Cejitas. —Vuelve a llamar, un poco más bajo y su mirada ya no está en la espalda del rubio, ahora se clava en sus manos sobre la mesa.

    —... Sanji. —Rara vez se llaman por el nombre pero está desesperado por su atención y a la vez tiene tanto miedo de tocarlo o mirarlo. Quiere que todo vuelva a la normalidad, al menos así podía estar "cerca" de Sanji.

     —No. —Es lo que contesta Sanji, se voltea y se recarga en la encimera con brazos cruzados. —No vamos a hablar de esto, no paso nada.

     Zoro traga saliva y voltea a ver a Sanji. Inútil bastardo, creyó que por alguna razón todo volvería a ser como antes y justo en ese pésimo momento se le ocurre  que debería confesarse y ser rechazado en ese momento. Que doliera, era lo que necesitaba (o eso es lo que piensa el). Aún viendo a Sanji renuente, esperando a que se largue para continuar con sus asuntos.

Gotas sabor a SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora