un café el miércoles | aimar x scaloni os

única parte

Pablo no recordaba la última vez que se sintió tan nervioso como en ese momento. Años habían pasado desde la última vez que tuvo una cita, y su vuelta al mundo del posible amor no sería con nadie más y nadie menos que uno de sus mejores amigos, Lionel.
Se había prometido a sí mismo que no buscaría una relación, que si llegaba, llegaba; y él estaba cómodo con la idea de que capaz nunca lo haga. Pero cuando fue invitado el día anterior por Scaloni a tomar un café, una parte de él, se podría decir que una corazonada, le dijo que acepte, y así lo hizo. Dejando todo lo malo que podría llegar a pasar, después de todo Lio era una persona muy importante para él, y pensar en la posibilidad de que la tarde no termine como se esperaba, afectando de alguna manera su amistad, le rompía el corazón.

Dio una última repasada de su apariencia en el espejo junto a un suspiro. Se estaba dejando crecer el pelo, finalmente era posible ver sus rulos. Su anterior pareja detestaba el pelo largo de Pablo, pero a él le encantaba.

Se adentró en su auto y antes de comenzar a manejar se decidió por escuchar Ahí Vamos de Cerati. Era uno de sus álbumes favoritos, pero había perdido la costumbre de escucharlo, otra vez gracias a su pasado compañero; quien cada vez que la voz de Gustavo sonaba por los parlantes se quejaba de que no entendía el significado de sus canciones. Crimen comenzó a escucharse y Pablo la cantaba por lo bajo.

El santanfesino le había mandado por mensaje la dirección de un café que descrubrió hace poco.
Cuando llegó, Aimar se fijó la hora en su celular, muy puntual. Tenía miedo de que Lionel llegue tarde.
Pero al cruzar la puerta del local lo distinguió fácilmente ya que con su manos le hacía señas para que lo vea. Caminó hacia el con lentitud y Scaloni se paró para acercarle la silla a la mesa una vez que se sentó. Pablo hizo una nota mental de que todavía no habían cruzado palabras y el más alto ys tenía dos puntos a favor.

"Pensé que ibas a llegar tarde" el cordobés se sinceró.
Lionel lanzó una carcajada que llevó su cabeza para atrás y le contestó, "nunca te dejaría esperando, Pablo", Aimar sintió un gran alivio ante tal declaración, su amigo no tenía idea de lo que significaba para él.

Los últimos ocho meses de su vida venían basándose en pensar que el amor en realidad no tenía nada bueno para ofrecerle a él. Habiendo sido roto repetidas veces, su corazón vivía en un constante fuego, atento al siguiente fósforo que lo alimente.

Su charla, como siempre, desencadenó en fútbol, contando historias de su tiempo como jugadores y hablando de las nuevas promesas de la disciplina. Terminando en una conversación sobre en qué les iba mejor.

"La verdad que yo no nunca vi a alguien que corra con tu velocidad y pueda pararla de pecho como vos" Lionel lo halagó.

"Gracias, Lio", el comentario casi hizo que se sonroje.

Scaloni notó como el menor estaba más silencioso que usualmente, "estás timido Pablo, ¿por qué será?" Aimar no respondió y tomó un trago de su café, es sabía porque era, a pesar de que ya se habían encontrado en esa situación repetidas veces, nunca en el contexto que estaban ahora.

Pasaron aproximadamente una hora entre medialunas, café y risas, una escena realmente de pelicula.

"¿Me podrías alcanzar a mí casa? vine caminando" Lionel le pidió a Pablo, que claramente no se iba a negar a pasar más tiempo con el, por mas corto que sea.
Caminaron juntos hasta el auto de Pablo en silencio, hasta que el lo rompió, "la pasé muy bien, no como cuando-" casi se le escapa la mención de su último pareja, y Scaloni se dio cuenta, devolviéndole una sonrisa cómplice para inmediatamente cambiar de tema.

"Vi las películas que me dijiste" el mayor contó, y se fundieron en una comparación de opiniones coincidiendo en la mayoría.

Aimar dejó a Lionel en su casa con la promesa de repetirlo de nuevo, y el volvió a la suya con una sonrisa inconfundible en su cara, no solo de felicidad, sino también de promesa de que algo nuevo, un miércoles en un café, había comenzado.