¿Esto realmente es para mí? ¿Es mi destino? ¿Es lo que quiero? Por más que lo cuestione en mi interior una y otra vez, no tiene caso, está todo hecho y me toca asumir responsabilidades que dan miedo, mi padre es viejo y en muy poco tiempo Arkadia estará en ausencia de su amado rey Reiquen.
Mi madre es joven y muy hermosa pero solo eso, el título de reina lo tiene de adorno porque no la quieren así, la ven como dama de compañía, como la bella mujer posada junto al grande y sabio Reiquen, es lo más injusto que he visto en toda mi vida, pero para eso se casaron, para eso sus padres la posaron en el altar junto al señor 30 años mayor que ella. No estaban enamorados y no aprendieron a amarse, eso es algo seguro, mi padre es terco, orgulloso y las cosas siempre se harán como él lo diga, literalmente, pero mi madre no, la misma belleza exterior la puedes encontrar en el interior, es bondadosa, cariñosa y muy fuerte. No se odian, eso también es seguro, han aprendido a vivir juntos como amigos.
Toda mi vida se me ha dicho que nací para ser rey, para liderar Arkadia y para tener una esposa hermosa y sirvientes que hagan todo por mí, tal vez en algún punto me creí las grandes aventuras que decía mi padre que tendría con la corona en alto, pero fue hace años, cuando también me gustaba bailar con los caballos en el establo antes de aprender a montarlos. Luego fui lo suficientemente mayor para comprender.
Felipe era un caballero del castillo, específicamente quién me enseñó a montar caballo y a pelear con todo tipo de armas un par de años después, es un buen hombre y ama lo que hace, la parte de cuidar al reino y sus luchas medievales, no la parte de maestro del príncipe heredero.
Pero los tiempos han cambiado, Felipe es viejo como la mayoría de los grandes caballeros, la nueva generación está adentrándose a grandes responsabilidades.
Aquella tarde calurosa de verano sabía que algo cambiaría, todos los sirvientes que encontraba mientras caminaban por el castillo me veían, ellos sabían. Para cuando entré a los establos Felipe se encontraba cepillando un caballo, me miró y sus ojos me dijeron que él también lo sabía, pero yo no, ¿qué es eso que va a cambiar? "si no eres tú quién me dice lo que sucederá Felipe, me pondré de muy mal humor" me senté junto al heno, "Buenos días, príncipe Karlo" fue lo único que dijo sin siquiera mirarme a los ojos mientras cepillaba al caballo que no necesitaba ser cepillado. Después de mirarlo fijamente esperando a que respondiera mi pregunta, finalmente lo hizo "Le presentarán a su prometida, mi señor" la formalidad en su voz fue la gota que derramó el vaso, el tiene ordenes de hablarme así, el problema es que yo necesitaba un amigo en ese momento y no sonó a un amigo quién me dio la intratable noticia.
¿Prometida? ¿No se supone que quién no tiene elección es la mujer? No como si eso sea lo correcto o agradable, pero por más egoísta que sea, era un peso menos de encima, me hubiera dado la oportunidad de conocer mujeres y escoger a alguien que me agrade o que tal vez me guste, él sabe, mi padre sabe como me siento sobre todo esto, hace un par de años que no doy respuesta positiva, quiere casarme antes de que sea tarde. Tal vez esta mujer me agrade o tal vez no, pero no quiero hacer esto.
"Príncipe Karlo, el rey solicita una audiencia con usted y su madre" se acercó el lacayo de mi padre a los establos, Felipe había dejado de cepillar, pero tenía la mirada perdida en el cepillo y me cuestioné qué pensará él de esto "de inmediato, mi señor" aclaró el lacayo y caminé hacía el gran salón.
Mientras caminaba observaba las paredes del castillo, ya era bastante viejo y estaba harto de esas viejas paredes, las pocas veces que he salido de ellas son para la caza, una vez al año para mí, quiero saber qué más hay, de pequeño solía creer que como rey podría salir cuando quisiera y que sería libre, mi padre no ha salido en más de 10 años, los primeros recuerdos de mi infancia son de él y distintos caballeros saliendo a caballo temprano y volvían al atardecer, nunca supe a dónde o a qué pero un día no ocurrió más. La decoración también me era nefasta, esos candelabros de oro, las alfombras rojizas y los detalles del amueblado, con el paso de los años empecé sentir cierto desprecio por el lugar en el que he estado toda mi vida, los lujos no son lujos para siempre, no porque quiera más, al contrario, quiero menos de eso, o al menos experimentar qué más hay, cuales son el resto de las posibilidades.
El gran salón es como su nombre lo dice, grande y a diferencia del resto del castillo, el techo tiene acabados de oro específicamente detallados que ni siquiera son completamente visibles desde el suelo, al final de este encuentras las escaleras anchas, se divide en dos escaleras en direcciones contrarias hacía las torres principales y las bellas cortinas azules grisosas que mi madre decidió agregar, creo que es lo único que hace presencia de ella en todo el castillo y lo agradezco, si se hubieran quedado las cortinas rojas de que mi padre escogió, tal vez nunca entraría aquí. En una de las esquinas se encuentran los instrumentos que se tocan durante los bailes, ahí estaba mi padre con su postura firme y elegante, presumiendo su altura y la anchura de sus hombros cómo siempre, aún después de tantos años reflejados en el poco cabello blanco grisoso y las arrugas que podías encontrar fácilmente por todo su rostro y cuerpo, se encontraba afinando y observando los instrumentos como suele hacer, tengo recuerdos muy vagos de él tocando y cantándome canciones con todo tipo de instrumentos, sinceramente hace ya años he perdido todo tipo de interés por ese hombre y lo que tenga que ver con él, tal vez su pasión es la música y nunca pudo disfrutar de ello o tal vez no.
"El laúd siempre fue mi favorito" mencionó de una manera nostálgica, no esperó respuesta alguna cuando agregó que hoy era un día muy especial, solo pregunté a qué se refería esperando que se explique mejor "Los reyes de Berdén y su hija vendrán a cenar" ahora si esperaba una respuesta, tal vez creía que no sabía de qué hablaba y esperaba una respuesta más sorprendida pero mi rostro reflejaba indiferencia. "Ella es una candidata excelente para unirlos en matrimonio" mencionó finalmente observándome directamente a los ojos y por costumbre desvíe la mirada hacia la ventana.
"Se lo qué opinas al respecto de todo esto y estás completamente equivocado, esto es algo que necesitas y que nosotros, todos los ciudadanos del reino necesitan de ti..." dejé de escuchar, mis pensamientos empezaron a divagar, tal vez esto es por otra razón, mi pequeña intuición me dice que algo más debe de haber, últimamente este tema es bastante recurrente "¿por qué me tengo que casar ya?" lo interrumpo sin siquiera saber de que estaba hablando, definitivamente no esperaba que yo preguntara eso y le doy la razón, siempre asiento y continuamos pero nunca más allá, buscaba las palabras pero no las encontraba, mencionaba cosas incompletas, abría y cerraba la boca, empezó a rascar su mentón y bajo la vista, lo pensó mucho pero no quise insistir, no en ese momento "claro, tengo clase de arquería pero estaré listo para la cena, padre" sin decir algo más me di la vuelta y continué mi camino hacia mi alcoba, si tenía arquería pero era Felipe quién supervisaba eso, si preguntan dirá que lo hice excelente.
Estaba cansado y sentía la frustración corriendo por mis venas, pero no tenía fuerza alguna para descargar esa frustración que poco a poco me consumía. Decidí recostarme y cerré mis ojos, la cabeza me daba vueltas, sentía esa presión ya conocida y desagradable en mi pecho, la sensibilidad en mis dedos y la necesidad de hacer algo con ellos para alejar la sensación, de repente sentí que no debía estar ahí acostado en ese castillo dentro de esas paredes que me asfixiaban.
La presentación tenía que ser cómo cualquier otro, de haber sido así las cosas hubieran sido fáciles, las cosas jamás se hubieran complicado tanto. No reunimos en el gran salón dónde mi padre vestía su mejor atuendo al igual que yo, mi madre bajaba las escaleras con elegancia y delicadeza, recogía su hermoso vestido beige mientras pisaba cada escalón para no ser arrastrado. Entró el lacayo de mi padre anunciando la llegada de los reyes de Berdén, me pregunte si el camino habrá sido entretenido, en esta época del año los arboles dejan de ser frondosos, pero siguen siendo verdes y llamativos gracias a las lluvias, en eso el pensamiento algo intrusivo de los reyes de Berdén galopando por el valle hasta que una tormenta se desata evitando esta reunión...
Eso definitivamente no pasó, ni si quiera se trasladaron a caballo, son los reyes más ricos de la costa, es obvio que tendrían una carroza. Presentaron al rey que me es bastante familiar, tal vez estuvo aquí en alguna reunión hace años, después a la reina y por ultimo a la princesa Marina de Berdén, la mujer entró con lentitud al salón pero con una expresión que a mi pensar era de desagrado, podía notarlo en la pequeña arruga de sus cejas, seguí el recorrido de las pecas que bajan por su nariz hasta encontrase con sus mejillas y los labios rosados, la luz del salón era suficiente para hacer resaltar su cabello largo y rojizo llegando a su hombro a pesar de tenerlo en un moño alto, fue en ese momento cuando el desagrado que sentía hacía ella por tener que unirme en matrimonio, creció.
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Efímero
FantasiaKarlo es un príncipe de la era medieval, tal vez. Su vida se vuelve todo un viaje cuando está a punto de ser nombrado rey y sus padres lo unen en matrimonio con alguien a quién no desea pero él cree que eso es todo.