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Park Jimin era un joven de 17 años que cuando se sentó en la mesa, frente a sus padres y les dijo que no sólo se sentía atraído por las mujeres, recibió una respuesta opuesta a la esperada.

Su padre le insultó e incluso lo abofeteó, diciendo que era la decepción de la familia, la oveja negra y un error en su vida. Su madre, quien intentó detener al señor Park, le miró con decepción, sin imaginar que su hijo era de esa manera.

Él creyó que eso quedaría ahí, pero a la semana siguiente, después de volver de clases encontró una maleta con su ropa y a su padre ordenándole que entrara al auto.

Sin entender qué pasaba, él se negó. Su padre amenazó con arrastrarlo a la fuerza si no accedía, mientras interrogaba a su madre, ella sólo lo ignoraba.

Temeroso a lo que podía pasar, entró al auto casi llorando, y cuando ambos le dijeron que iría a un centro especializado en terapia de conversión sólo pudo suplicar y pedir perdón mientras sollozaba desesperado. Sin embargo, sus plegarias fueron ignoradas, fue llevado a la fuerza e ingresado como "paciente", dónde residió por un par de meses en uno de los peores lugares que alguna vez pudo imaginar.

Sus padres en su ausencia se volvieron un mar de peleas y conflictos, pasándose el uno al otro la culpa sobre la supuesta enfermedad de su hijo, siendo así más una bola de nieve de múltiples problemas de la relación explotando ante la inesperada noticia de uno de sus hijos.

Cuando sacaron del lugar a su hijo, bajo la premisa de que había sido curado y rehabilitado, su madre desconoció completamente a Jimin. Había perdido esa alegría característica de él, ese brillo en sus ojos ahora era suplido por una inmensa tristeza en su mirada, sus ojeras eran oscuras y marcadas, había perdido tanto peso que sus costillas eran notorias, y hasta sus movimientos y comportamiento estaba lleno de una lentitud y tristeza inundada en su ser.

Al señor Park pareció no importarle, en cambio a su esposa le saltó la alerta roja de que su hijo había pasado por algo duro ahí dentro, pero no se sintió con el derecho de preguntar al respecto.

Las discusiones siguieron, Jimin bajó su rendimiento escolar y su vida se resumía en pasar las tardes durmiendo, muchas veces ni comía y su adelgazamiento ya empezaba a ser alarmante.

Las cosas se tornaron en algo aún más oscuro cuando su madre descubrió claras señalas de que su hijo podría intentar atentar contra su vida, y fue eso lo que la hizo reaccionar. Incluso cuando su esposo estuvo completamente en contra de ello, ella tomó medidas al respecto.

Un día, mientras ella conducía hacia el cine, casi llevando a la fuerza a su hijo, decidió hablar.

—No sé qué clase de cosas te hicieron en ese lugar, pero me arrepiento completamente de haberte llevado –pronunció en medio del silencio– Sólo sé que desde entonces no eres el mismo, has perdido toda la alegría que te rodeaba.

Recibió la mirada triste de su hijo.

—Sé lo que haces...–susurró– Que te castigas por lo que eres.

Suspiró intentando no llorar.

—No puedo seguir viéndote así –volvió a tomar esa postura autoritaria– Así que, no tengo más remedio que internarte.

—¡NO!¡NO QUIERO VOLVER AHÍ! –Jimin gritó asustado luego de no abrir la boca.

—No volverás, te llevaré a un hospital, nada de conversión. Ahí te ayudarán en serio.

Y cuando estacionó en la entrada, su hijo intentó huir, pero gracias a los enfermeros pudo  ser detenido.

Ella se despidió de él con una disculpa y un beso en la frente, llorando mientras esperaba que funcionara.

no soy gay, sólo a veces... -YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora