¤ T U L I P A N E S ¤ -Rubius-

🥀 S E I S 🥀

-Buenos dias princesa...- La voz al otro lado de la línea sonó primero -Acaso te eh despertadoooo??- también sonaba burlona y alegre.

-No, ya estaba despierto.- por que no durmió.

-Oh... ¿Quieres ir a explorar? Puedo ir a tu casa... espero que hoy no estés  ocupado jeje- Vegetta trato de no sobar nervioso pero aun así se le notaba.

-Perdón sigo ocupado- contesto.

-Pues muy tarde ya estoy afuera de tu casa y cualquier cosa que pudiera ocupar tu tiempo la haces mañana abreme- Y colgó, inmediatamente pudo escuchar el sonido del timbre siendo repetido múltiples veces.

No quería bajar, no quería salir, realmente no quería hacerlo, se sentía pesado, inútil, asqueroso, tonto...

¿Por que de repente todo se le fue encima...?

¿por qué cuando ya se sentía un poco más a gusto?

¿Por que cuando ya no compraba tulipanes?

Se vistio mientras pensaba en esto nuevamente tomo su máscara de oso caricaturesco y bajo las escaleras hasta su puerta principal.

Abrió la puerta y rápidamente el azabache entró como Pedro por su casa.

-Espero tengas armadura de diamante por que vamos a salir a explorar e investigar un poquito- río después de esto y al nota que su osito no contesta a giro a verlo.

-¿pasa algo?- pregunto, sin intentar ocultar su preocupación, se acercó al híbrido y espero una respuesta durante unos 5 segundos.

-...Yo... realmente no quería salir hoy...- lo dijo en un tono tan cansado que a Samuel se le arrugó el corazón.

-¿te sientes mal, chiqui? - tomo la mejilla del castaño intentando arrimarla un poco para poder ver los ojos verdes de este quien solo sostuvo su muñeca en señal de que se detuviera.

- Por favor... hoy no quiero salir- si antes el corazón se le estrujo... ante esa suplica simplemente se rompió.

- ¿Quieres que me quede contigo?-

Ruben no pudo responder... estaba temblando, ni si quiera sabia si quería o no pero realmente no quería comprar otro tulipán... no quería arrepentirse de ello... así que Asintió mientras sentía como sus manos picaban y como sus mejillas ardían por sus propias lágrimas.

Samuel no sabía que pasaba pero lo abrazo.