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–La tarea tiene un valor de treinta puntos, Thomas ¡Treinta puntos! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Exacto! Que no te dejaré ir de fiesta ni mucho menos tomar durante éste fin de semana, hasta que terminemos la tarea. –Dijo Tord realizando movimientos a cada palabra que decía. Rodeé los ojos.

Tord siempre ha sido tan perfecto. Me refiero a perfeccionista.

No sé...

Creo que su nombre correcto es "Lee las cosas tienen que salir perfectas o te castro Tord"

–Que dramático. –Mascullé.

Ambos continuamos caminando hacia mi auto por el estacionamiento de la escuela. Había muchas personas y eso era algo que detestaba. El día simplemente había cursado con naturalidad. Nada nuevo. Sólo ese maldito trabajo de ciencias.

–¡Yo no soy dramático! Lo que pasa es que me preocupo por nuestra calificación. Además no te dejaré reprobar. Si repruebas me quedaré solo y sin amigos. No puedo dejar que te alejen de mí. –Sonreí y pellizqué su mejilla con unas cuantas pecas.

–¡Qué lindo eres Tordie! Yo también te quiero. –Dije sin dejar de apretar su mejilla ahora roja. Tord quitó mi mano de su cara e hizo una mueca.

–No te burles imbécil. Hablo en serio, no me puedes dejar. –Dijo con seriedad. Reí.

–Tranquilo, todo estará bien. –Dije.

Aunque no estoy muy seguro de eso.

Tengo que alistarme en todas las asignaturas para no ir a titulo. ¿Cómo pretendo sacar un diez en dos cortas semanas, si no lo saqué en un semestre entero?

–Lo dices como si todo fuera a estar bien. –Masculló. Sonreí. Tord puede ser muy pesimista, pero lo quiero.

–Quieres cerrar tu boquita ya? –Reproché. Tord rodó sus azules ojos dándome la victoria de la conversación.

Tord

–Yo haré la investigación, el reporte y todo lo que tenga que ver con hacer el trabajo correctamente y tú... tú puedes colorear y transcribir. –Dije sacando los libros y los cuadernos para comenzar a trabajar. Tom me miró y alzó sus cejas.

–Siempre me dejas lo estúpido. –Se quejó.

–Cada quien hace lo que puede. –Dije. Tom negó con la cabeza y yo no pude evitar soltar una carcajada.

–Puedo aunque sea hacer un resumen o algo así esta vez... –Sugirió. Recargó sus brazos en el respaldo de la silla, tensando los músculos de sus brazos. Yo estaba sentado y él de pie.

–¿Sabes cómo? –Cuestioné curioso. Es decir... es Tom, a él puedes hablarle de sexo y alcohol y te entenderá, no de las ciencias fácticas porque te ignorará.

–Sí. –Dijo obvio. Sonreí con burla y mirándolo con incredulidad. –Sé hacer muchas cosas que tú no sabes. –Remarcó al ver mi expresión.

–¿Ah, sí? ¿Como pensar y respirar al mismo tiempo? Tranquilo, no agotes fuerzas. –Me burlé. Tom entrecerró sus ojos e hizo una mueca. Reí.

–Conoces sólo el 80% de Thomas Rigdewell. –Murmuró con misterio y superioridad.

–Tenemos seis años de amigos imbécil, te conozco hasta los huevos. –Dije con obviedad. Tom sonrió y soltó una enorme carcajada, pero luego negó.

–Mis huevos son parte del 80%.

–¿Qué hay del otro 20%? –Cuestioné con una ceja alzada. Tom sonrió de una manera extraña, fue casi una sonrisa depredadora, además sus ojos parecieron tomar una tonalidad más oscura.

–El 20% no interesa. –Murmuró.

–Pero soy tu mejor amigo, me interesa. –Dije fingiendo indignación.

–Tal vez algún día lo sepas. –Murmuró. Suspiré.

–¡¿Tienes un secreto y no me habías dicho nada?! –Exclamé sorprendido. –¡Tom! Tú sabes todo de mí, es injusto. –Tom se encogió de hombros con su linda sonrisa habitual.

Sí... mi amigo tiene una hermosa sonrisa.

–No es un secreto... es más... una reservación... personal, sólo para... mí y... nadie más...que yo...

–Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido. –Aseguré con el ceño fruncido. Tom sonrió.

–Como sea... algún día lo sabrás.

–¿Y por qué no ahora? Yo quiero saberlo ahora. –Exigí. Tom sonrió ampliamente, tal cual alguien ocultando algo, pero no estaba seguro de qué.

–¿Te quedarás esta noche? –Me preguntó intentando desviarme del tema.

–No intentes desviarme Rigdewell. –Advertí. Tom sonrió.

–Oye, ¡Cálmate! No es la gran cosa. –Se excusó. Lo miré con las cejas alzadas.

–No es la gran cosa? Vaya que tienes razón ¡Es la cosa grande! –Dije. Él rio.

–Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido. –Repitió mis palabras.

–Deja de usar mis palabras para atacarme –Tom se sentó junto a la silla que estaba junto a mí y tomó uno de mis cuadernos y una pluma.

–De qué páginas hago el resumen?

–Es un secreto. –Dije fingiendo enojo. Tom alzó la vista y me miró serio. Pero una sonrisa graciosa se pintó en sus labios.

–Se supone que debo rogarte ¿O...?

–No. Se supone que debes decirme tu secreto.

–Tord, vamos... deja tu necedad. -Dijo soltando un suspiro.

–Tú deja la tuya.

–¿Por qué? Es mía.

–Si te la robo será mía.

–Si evito que me la robes seguirá siendo mia

–Pero si... ¡Ah, ya! ¡Me haces ser estúpido! –Me quejé, poniendo mis manos en mi cabeza y sintiendo como la risa de Tom inundaba la habitación.

–Estúpido naciste. Ahora dime las páginas.

–Te dije que es secreto.

–Tú no tienes secretos, Tord. -Dijo con obviedad.

–Sólo conoces el 80% de Tord Larsson.-Me burlé. Tom rio.

–Y por qué se que el otro 20% se basa en monas chinas y tocino?

–Es para cubrir la verdad. Soy todo un misterio. –Dije. ¿A quién engaño? Soy un maldito libro abierto. No, soy una revista, si, eso es mejor.

–¿Tú? ¿Un misterio?

–Muy misterioso.

–Un misterio muy misterioso que me sé al derecho y al revés. Ahora dame el puto libro y pongámonos a trabajar.

Sexomnia [TomTord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora