𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫𝐬 [ 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐤 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 × 𝐎𝐜 ]

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕

𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡

"Debo recordarme a mí misma que no todos los días van a ser buenos, y que para conocer la felicidad, a veces es necesario experimentar la tristeza. No todos los momentos alegres están exentos de dificultades, y las personas que más quiero son también las que pueden causarme más dolor. Así son las cosas."

𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡

Después de un prolongado debate sobre si abrirle la puerta o no, finalmente opté por hacerlo. Esperaba que mi aroma, junto con el de Yui, quien permanecía en mi habitación, pudiera al menos disimular el suyo un poco.

- Al fin abriste. Si no lo hubieras hecho, de todos modos habría entrado- dijo, empujándome suavemente mientras ingresaba. Cerré la puerta inmediatamente y con cuidado.-¿Qué haces aquí? Me meterás en problemas si descubren que estoy contigo- le advertí. Él simplemente encogió los hombros, restándole importancia, y se dirigió a la pequeña sala de la habitación, donde se sentó y puso los pies en la mesa. -Hoy no estoy de humor para tus cosas, y tengo que levantarme temprano. Vete- le dije, pero él solo me miró con una mueca.

-Qué desconsiderada eres, mirona. Miro las noticias y vengo con mis hermanos a ver cómo estás, y me tratas así- comentó mientras negaba con la cabeza. Me sonrojé levemente. ¿Realmente Yuma se preocupaba por mí? -Quería invitarte a que me ayudaras con el jardín, pero como no estás de humor y quieres dormir, mejor me voy- se levantó y comenzó a caminar. Un debate se formó en mi mente, y cuando pasó a mi lado, lo tomé del brazo. Sabía que me arrepentiría de esto más tarde.

-Espera, me cambio y vamos- lo solté y empecé a sacar la ropa que me pondría ahora y la que usaría para cambiarme la actual. Guardé todo en una pequeña mochila y me disponía a quitarme la camisa vieja, ancha y larga que llevaba como pijama, cuando recordé que no estaba sola. Lo miré, y él me estaba observando fijamente. -Vete o voltéate- le dije, y él se dio la vuelta justo cuando me quité la blusa. En ese momento, entraron abruptamente a mi habitación. Agradecí que aún llevaba puesto el sostén y no me lo había quitado antes, como solía hacerlo antes de dormir. Era el rubio de la otra vez, el que Yui me había dicho que era hermano de Yuma y se llamaba Kou.

-Lamento molestar justo en este maravilloso momento para ustedes, pero nos tenemos que ir ahora- cerró rápidamente la puerta detrás de él, y nosotros nos pusimos en movimiento. -¿Que no me oyeron? Tenemos que irnos ahora, rápido- insistió Kou mientras Yuma comenzaba a tomar mis cosas. Me dirigí al tocador por mi móvil cuando se escucharon pasos y golpes en mi puerta. Era Yui, lo supe por su aroma. -Vámonos- dijo Yuma, tomando mi cintura con un brazo y la pequeña mochila con el otro, listo para teletransportarnos.

-Espera, no tengo camisa- me removí para soltarme de su agarre, pero él reafirmó su sujeción, provocando que mis hormonas se movieran de lugar, sonrojándome en el proceso.

-Eso no importa, y no es como si fuera a excitarme con tu cuerpo- dijo antes de teletransportarse. Llegamos a una habitación muy bonita con colores neutros. Me soltó y me entregó la mochila, luego se echó en la gran cama soltando una risita. -Debiste haber visto tu cara, pusiste una cara muy fea, mirona- se burló. -Oye, mirona, ¿planeas quedarte así para intentar seducirme o qué?- añadió con una sonrisa burlona.

-Imbécil- le espeté, y él solo arqueó una ceja, manteniendo su sonrisa burlona. -No me mires o te mataré- me di la vuelta dándole la espalda.

-Ya te vi, ¿qué más te da? Incluso mi hermano te vio- respondió Yuma. Yo solo le saqué el dedo medio, escuchando un chasquido seguido de él removiéndose en la cama. -Ya cámbiate, tonta- añadió. Miré por encima de mi hombro para comprobar que se había puesto una de las almohadas en la cara, y yo comencé a vestirme rápidamente. Una vez que terminé, me acerqué a él y le quité la almohada. Tenía los ojos cerrados. -Al fin terminaste. Sí que eres lenta, mirona- bromeó, y le di un golpecito en el brazo. -Esperaremos hasta que salga mejor el sol. Puedes sentarte o acostarte- sugirió al ver que soltaba un bostezo. Tomé su palabra y me acosté a su lado, dándole la espalda.