Escribo este diario con la esperanza de ayudar a otros a no tomar las decisiones erróneas que yo tomé a lo largo de mi vida, y te sirva para encontrar el camino que yo no encontré y logres conseguir lo que yo no conseguí: una vida tranquila y feliz.
Te imploro que me perdones por los crímenes que cometí en mis tiempos de fechoría y espero poder enmendar mis errores con el paso de los años, y limpiar mi nombre para poder vivir en paz.
Rupert.
Trece de julio - 1978 - Londres. Se puede decir que es una fecha importante, pues se mantenía una conversación muy particular, una que decidiría el destino de la sociedad criminal.
En un oscuro y sombrío sótano de un escondido lugar, una sede de la organización criminal mas importante y temida del mundo, se mantenía una discusión.
– ...tan difícil, no se si podamos hacerlo. – Decía una mujer apresuradamente.
– Tenemos que hacerlo, es nuestra misión mas importante. – Respondió apremiante una voz masculina desde las sombras.
– Pero, ¿y los niños? No podemos dejarlos solos. – Replicó la mujer con desesperación. Parecía, por su tono de voz, que no era la primera vez que se mantenía aquella discusión. – Y yo no puedo quedarme a cuidar de ellos. –
– El ojo de la Providencia especificó que teníamos que hacerla los dos o ninguno. Tendremos que dejar a los niños, y esa es la clave, no haremos la misión solos. – La voz del hombre estaba teñida de emoción, que delataba su impaciencia. – Los niños la completaran cuando sean mayores. –
– ¿Tú crees que sea buena idea involucrar tan pronto a los niños? – Murmuró ella débilmente, escéptica.
– Fue el sueño de nuestras vidas, no podemos frenarnos ahora, y estoy seguro de que ellos querrán seguir nuestros pasos. – Replicó acaloradamente.
La mujer pareció conforme entonces, y tras un leve suspiro asintieron con la cabeza.
Una gran puerta de madera maciza con un iluminati (ojo ocular dentro de un triangulo) grabada en ella; se abría en esos momentos, y ellos penetraron con paso firme y decidido en la una sala de proporciones inigualables, parecida a como sería la de un rey, decorada con armaduras de plata a los lados de una larga alfombra púrpura que conducía a un lugar sumido en sombras. El camino se fue aclarando lentamente, revelando en el fondo un trono de piedra hermosamente cincelada que se erguía fría e indolentemente en la leve penumbra.
– Aceptamos la misión, nosotros la comenzaremos. – Declaró él, asiendo con fuerza la mano de la mujer. – Los niños la concluirán. –
Alguien sonrió complacido desde la oscuridad.
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El diario de Oliver.
Science FictionEduard y Oliver son unos gemelos traviesos, un día son invitados a participar en una escuela criminal, y comienzan a soñar en grande con su nueva carrera, pero terminado el primer año de instrucción, durante las vacaciones los atrapan escapando en l...