Capítulo I: Día de juego.

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Aburrida tecleaba en mi portátil. Ya hacía tiempo que estaba jugando, me aburría, pero tampoco se me ocurría nada mejor. Así seguí jugando durante un par de horas, sin siquiera mover la vista en otra dirección, completamente absorta. Fue de esta manera hasta que un reflejo me hizo apartar los ojos y mirara hacía otro lado. Parece que venia del cielo, como un rayo de luz, algún avión supuse.

Una notificación del juego me volvió a atraer la atención a este así que seguí. Pero volvió a pasar, el reflejo volvió. Cerré la tapa del portátil, un poco cabrada por que me sacasen de mi vicio, intentando buscar de donde venia la molesta lucecita. Un avión ya no podía ser, no podía pasar dos veces por el mismo lugar y dirección, pero no estaba. "No hay nada" es lo que decía mi mente, sin embargo y por algún motivo, mi corazón gritaba "¡Búscalo! Hay algo, sabes que si." Pero no veía nada, el cielo estaba limpio.

Solo cuando me di cuenta de que, efectivamente, en el cielo no había nada y lo que estaba viendo era el brillo de algo reflejando en el cristal de mi ventana."Rhea..." Gire de golpe cuando oí mi nombre y de verdad prometo que no esperaba encontrarme nada, pero ahora si que había algo. El susto me hizo golpear la lampara que tenía en la mesa, apagándola. Las persianas habían bajado de golpe de manera que la única fuente de luz era aquel objeto. Flotaba, radiante, en el centro de la habitación, una pequeña esfera no más grande que una pelota de Tenis, y aunque no era muy grande, no hacía falta más, podía ver todo el cuarto a la perfección.

" Okey Reah, muchas horas de videojuegos. Deberías dejarlo o te vas a volver loca, si es que no lo estas ya."-Intentaba decirme, pero por otro lado sabía que no tenía nada que ver el tiempo delante de la pantalla con lo que pasaba en este momento. Esperé que ocurriera algo, que estallase o algo por el estilo, pero nada. Solo estaba allí, bailando en el aire una danza lenta y alegre. Al ver que parecía inofensiva me acerque un poco mas, aún cautelosa de lo que podía pasar y alargue la mano temblorosa para intentar tocarla. Solo la rocé cuando note que emanaba una gran cantidad de energía . En el mismo momento empezó a romperse como un cristal, dejando cinco fragmentos. Un grabado dorado apareció en cada una, distinto entre ellas, como su color; azul, verde, magenta, amarillo y morado. Como si se tratara de un espectáculo de luces empezaron todas a girar formando una circunferencia a mi alrededor, como un pequeño grupo de hadas danzantes. Ahora si, la sensación es casi indescriptible. Es como si estuvieses metida en una nube; un cumulo de sensaciones agradables y fascinantes.

El cosquilleo en uno de mis hombros me hizo darme cuenta de que la gema morada había lanzado como una especia de descarga, y casi al mismo tiempo la magenta. Un pequeño hilo de energía salió de cada una de estas hacia mi y veía como tonos rosados y violáceos me recorrían el cuerpo por dentro, casi como si mis venas brillasen y hubiese destellos. Parecía como si intentasen establecer algún tipo de conexión con su parpadeo intermitente y sus rayos y brillos. Pero tan pronto como empezó, fue como si perdieran fuerza. Se apagaron como si se trataran de bombillas fundidas. Lo mismo pasó con el cristal azul y el verde. Por alguna razón, cada vez que una piedra se apagaba me desanimaba. Sentía un intento fallido o algo por el estilo. La luz amarilla era la única que aún seguía brillando. La tensión se acumuló en mis músculos, manteniéndome completamente rígida y angustiada ante la posibilidad de que, fuera lo que fuese aquello, esta vez funcionara.

El rayo de la gema me golpeó de lleno en el corazón, haciéndome cerrar los ojos por la luz y pidiendo por favor que diese resultado. Cuando levanté los parpados allí seguía. Levante las manos para cubrirla, como a una vela a merced del viento, para evitar que se apagase y la atraje hacia mi con cuidado.

-Por favor, no te apagues- La mezcla de emociones que sentía me hizo derramar lágrimas sin saber muy bien el por que.

La luz emanó de mis dedos y las terminé apartando. Al rededor de la gema se estaba formando un soporte de metal iridiscente con la forma de una estrella de cuatro puntas, y a sus extremos más estrechos dos cintas de un color mas oscuro que el de la gema. Una gargantilla. Un último resplandor acabó forzándome a cerrar los ojos, perdiendo de vista el iluminante objeto.

Me adapté a la luz de mi cuarto poco a poco. "Que demonios...". Como si nada hubiese pasado, yo estaba sentada en mi silla mirando a un punto fijo en mi habitación. Me asusté al no ver las gemas pero la tensión desapareció cuanto me toqué el cuello y note un material aterciopelado contra el. Saque el espejo para maquillarme que guardaba en uno de los cajones de mi escritorio. Era realmente bonito. El metal de antes había adquirido un tono cromado y la forma de la estrella encajaba a la perfección con la gema. La cinta en cambio no tenía cierre, es decir no había manera de quitarme la gargantilla, ninguna, porque tiré y nada.

Un sonido me llamo la atención y vi que en la pantalla de mi portátil ya no estaba el juego, sino un fondo azul y negro con unos símbolos raros que cambiaban. Hasta que encontré una palabra que pude leer, y como si lo supiera ahí paró.

- Parece que pone, ¿Kalys? De verdad que me estoy volviendo loca. Primero luces y ahora un error del sistema.

Con la frase en los labios aún, un crujido siniestro erizó la piel de mi espalda. Había una grieta negra en la puerta de mi habitación. "Esta bien, es oficial. Estoy como una cabra" me decía en mi mente. Intenté abrir la puerta, pero fue un fracaso y cada vez que lo intentaba esa grieta se abría mas. El vacío se presento ante mi a través de mi puerta y una energía atrayente me arrastro hacía el abismo.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2023 ⏰

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Dinorhad. Crónicas de los elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora