Capitulo 2: Dayana

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Mis pasos se hacían muy rápidos mientras caminaba por aquel lugar, mis ojos se empezaban a cerrar mientras observaba por la ventana a la 1 de la mañana la noche en aquella cabaña, las manos de Dayana cuando llegue a la ventana rodearon mi torso, ella y yo...

-Dos semanas antes-

Me había levantado un día para salir con los supervivientes y con Dayana a pasear, queríamos buscar en una ciudad cercana comida y agua. Caminamos por un buen rato en los lugares de por ahí.

-Miren, Ana, Ed y yo iremos por el lado norte, cubriremos gran parte de la ciudad. Los demás busquen por la zona superviviente.

Dayana Romero... Sí, es la hija del general Romero, tiene 18 años y Romero tiene 39, su madre murió durante el parto, Romero la cuidaba mucho, era su adoración, hasta que Romero tuvo secuelas por diferentes guerras volviéndose loco y sin reconocer a su familia, a los 12 quedo en la tutela de su abuela Rosario Giménez, la madre de Romero, Rosario, cuido a la pequeña hasta su muerte, el mismo día del apocalipsis. Pobre de Dayana.

-Entonces ahora... -Dayana dudaba a donde ir- debemos ir por aquí –Dijo mientras la seguíamos de cerca-

Miraba la ciudad tan desolada, era un mejor lugar así, yo recuerdo haber estado en esta ciudad, era un verano del 2009, estaba caminando mientras mis padres me tomaba... mis padres... ah... los volví a recordar, no sé dónde están y si están vivos.

-¿Estas bien amor? -Dijo Dayana-

-Si estoy bien -Dije- lo estoy

-¿seguro mi amor? -Me pregunto-

-Lo estoy te lo juro, no te preocupes, mira, si estoy mal te avisaré.

-Sí, está bien -dijo- Caminaremos hasta la calle Bermudas y tomaremos la avenida León, así llegaremos a nuestro destino, debemos procurar no hacer ruido porque ahí pasaba mucha gente y sí que habrá muchos de ellos.

-Está bien, haremos lo que podamos -dijo Ana- ¿y si vamos por comida en la tienda que está cerca de aquí?

-si, por mi está bien -Dijo Dayana- y podemos utilizar la farmacia también, siempre hay medicamentos, nadie la saquea, creo que nadie quiere venir a la ciudad.

-vamos, menos charla y mas acción, si no, se va a hacer de noche y no podremos hacer nada.

Caminamos por el lugar hasta llegar a la farmacia, la cual era más cercana que la tienda, entramos y pude observar que estaba muy grande, las chicas metieron medicamentos a unas mochilas especiales, eran algo raras, me recordaban a esas que utilizaban para guardar dinero en los asaltos a los bancos.

Tome unas pastillas de Clonazepam ya que me hacían falta, me senté mirando como ellas hacían el trabajo, me dolía la cabeza por no poder dormir, en la farmacia había un refrigerador con sueros y agua natural, come una y empecé a beber, me arroje al rostro agua y me levante, cuando salimos caminamos por la ciudad un poco, había autos destrozados por el tiempo y algunos por los golpes que habían recibido por los zombies y cosas por el lugar. El panorama se veía demasiado tranquilo, pero me inquietaba, no sabía qué pasaría si seguía todo así, temía por la seguridad de Dayana y Ana, sabía que si algún zombie salía, mas saldrían y sería peor, no podríamos salir de la ciudad y aún menos con comida y medicamentos, llegamos a la tienda y metimos comida como pudimos, a las mochilas y las bolsas, necesitábamos todo, vi garrafones de agua, los tome, había una camioneta, la encendí pelando los claves y usando el directo, había un gran problema, servía bien, había gasolina más que suficiente, pero la camioneta estaba en mal estado por fuera. Puse los garrafones que eran muchos en la parte de atrás, sabía que nos servirían y más la camioneta, escuche un golpe y con sigilo me acerque, venia de la tienda, eran 4 tipos tomando a Ana y Dayana, tome mi arma silenciada, les dispare a todos y cayeron al suelo, las chicas y yo corrimos al auto y subimos. Acelere y nos aproximamos al punto.

-¿Qué demonios paso? -dije-

-pues, mira, esos chicos nos querían herir -decía Ana- nos dijeron muchas cosas feas antes de que nos salvaras, nos iban a... ya sabes, no sé cómo explicarlo ya que es asqueroso de solo pensarlo, ellos decían que seriamos sus esclavas, uno de ellos se iba a bajar el pantalón y disparaste, nos salvaste, muchas gracias

-qué bueno que estabas aquí -me abrazo Dayana llorando- soy solo tuya y pensar que otro me lastimaría así me pone triste amor

-tranquila ¿sí? Todo está bien, mejor vayamos a casa, siento que no deberíamos seguir aquí afuera, me siento hasta triste, la atmósfera cambio demasiado

-si... también lo sentí -dijo Ana-

-10 días después-

Me había despertado, sabía que debía irme y era hora, Dayana tomaba mi mano sonriendo, aceptando mi partida pero no quería llorar, quería ser fuerte para mí, ella era la única que me amaba por ahora... Michelle de seguro ya me olvido... y me duele... demasiado, pero se, que ella no debe esperar a nadie, hermosa... tan hermosa....

-Eduardo, te amo -dijo Dayana- antes de irte quiero decirte cuando te amo, que sepas que eres lo he más amo en este mundo, me enamore de ti el primer día que nos conocimos aunque sea difícil de creer, quiero que sepas que eres lo mejor de este mundo, lo mejor, nunca olvides eso. Y... Pues... no sé qué más decirte.

-Gracias Dayana, antes de irme... quiero que sepas que jamás olvidare todo esto... y que tal vez pronto nos vayamos a ver, cuídate y a todos los demás. Ahora me debo ir...

Tome mis cosas mientras me levantaba, camine hasta el auto y mirándolo acelere y empecé a dar rumbo a la base, mientras pensaba en todo lo que había pasado con Dayana y además todo los que pasaría en un buen rato, es la mejor parte de que poder ver de nuevo a mis hijos, son tan bonitos y tan pequeños... ya voy.

Apocalipsis Zombie: La historia de Wolf Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora