𝘤𝘩𝘢𝘱𝘵𝘦𝘳 ᴠɪɪɪ

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Estábamos reunidas —como casi siempre— en la sala de la gran mansión en la que vivimos

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Estábamos reunidas —como casi siempre— en la sala de la gran mansión en la que vivimos. El día no pudo ser más normal que otras veces, nuestras comidas y rutinas prácticamente terminaron, y todo sin problemas entre nosotras.

Habían pasado varias semanas desde que Miyeon comenzó a comprender a que nos atenemos Minnie y yo, por supuesto, entendió el porqué no le contamos al resto sobre lo que sucede ahí, aseguró que había aprendido su lección y para nosotras resultó más que aliviante aquello, claro, no era porque fuese algo malo aspirar a más, pero siempre resulta mejor mantenernos dentro de lo que podemos soportar. Ser capaces de recibir tan intensas muestras de afecto no es cualquier cosa.

Mantener la armonía entre nosotras es algo clave para que nuestra ama sea feliz.

Pero entonces, nuestras actividades banales se vieron interrumpidas.

El estruendo de la puerta principal nos alertó a todas, era predecible, todas habíamos compartido una mirada de preocupación una vez que tal ruido llegó a nosotras en el área común. Tanto Minnie como yo intercambiamos una mirada angustiante, esto no pintaba nada bien y en mi pecho se había instalado la intranquilidad latente con demasiada persistencia, ¿Debía esperarme lo peor? Anhelaba que no.

Es temprano, al menos, tres horas antes de su horario regular, Yuqi no es de las personas que suelen salir antes del trabajo, siendo muy puntual con la hora en la que entra al edificio empresarial como con su horario de salida para volver a casa. El que esté aquí, sin ser una fecha importante y con emociones tan escandalosas como el azote de la puerta, agitaban mi corazón y hacían crecer en mi pecho emociones que no deberían estar ahí, innecesarias, pero que contribuyen con la supervivencia del más débil.

¿Qué habrá sucedido? Fue lo que cruzó mis pensamientos cuando se asomó la figura con aquella aura amenazante a través del pasillo. Tragué en seco, venía en mi dirección.

Ni un saludo, ni un beso, Yuqi parecía fuera de sí, enloquecida, incontrolable. Su agarre firme en mi brazo me lastimaba pero poco importaba, necesitaba saber el porqué estaba así, tan enfurecida; y por supuesto, comenzaba a intuir de qué se trataba, o al menos, del causante de tanta ira.

Miré una última vez al resto mientras era arrastrada por la china a nuestra habitación de juegos, mis ojos conectando con los orbes oscuros de Minnie en señal de advertencia, sin embargo noto su confusión; por supuesto, ella no sabe nada. Ninguna sabe, al menos, no tanto.

Yuqi parece estar gruñendo palabras en voz baja, su expresión es como la de un perro rabioso, iracundo, violento; de esos que ves desde varias cuadras a distancia y tus sentidos te advierten que debes huir porque es capaz de destrozarte con sus caninos sin piedad. En estos momentos, es esa clase de animal, la sensación de familiaridad entre las quejas más audibles de la mujer de cabellos rosados me hacen saber que es lo que discute. Necesito que se calme, podría lastimarse, lastimarme. Lastimarnos.

ƒανσяιтє 𝑔𝒾𝓇𝓁 ⤏ ѕуq x 𝓘-𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora