Alicia

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Otro día más, Mara se levantó con arrepentimiento. Se levantó a duras penas de la cama y caminó directamente al escritorio de su habitación. Recordando todas las veces que pegó e insultó a Alicia, cogió un bolígrafo y una hoja y las palabras comenzaron a salir.

Querida Alicia,
Nunca pensé que esto iba a pasar, pero hoy te escribo porque estoy arrepentida. Hace unos meses me puse enferma y, resulta, que es el mismo mal que te acechaba a ti durante la primaria y secundaria, el mismo demonio contra el que luchaste por años, al que yo ayudé para que te consumiera y te hiciera sentirte mal para alimentar mi ego. Alicia, tengo cáncer. Desde que me lo dijeron no he parado de pensar en ti, en todo el daño que te hice. Y tú conseguiste salir adelante, como una heroína.   
Me queda poco, unos médicos dicen años y otros dicen meses. Me voy a morir, Alicia. Y quiero pedirte perdón. Desgraciadamente, uno no sabe el daño que hace hasta que le pasa algo lo suficientemente malo como para ponerse en el lugar del otro.

Mara dobló la hoja, la metió en un sobre y, con todas sus fuerzas, salió de casa para enviar la carta por correos. Durante semanas Mara iba al buzón a ver si llegaba una carta de respuesta "normal " pensó "después de todo lo que hice". Un mes después, cuando la salud de Mara está en sus mínimos, una carta llegó:

Querida Mara,
Te perdono.

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