Prefacio

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No hay dolor... es una mezcla de vacío, frío y soledad.

La estancia esta repleta de personas, los calefactores están encendidos, pero aquella mezcla de emociones no se disipa.

—Lo lamento mucho.— la voz de una mujer apenas llegó a mis oídos. Sabía que me hablaban pero no podía concentrarme y emitir una frase.

Ahora nada tiene sentido. Nada tiene un motivo.

El llanto de mi hermana se escucha aun mas lejano, pero está presente. Hay personas con ella. La abrazan, la contienen...

Mamá es una de ellas, no se aparta de su cachorra llorosa. Sé que hay más dolor por ver a su hija destrozada que por su propia perdida. Puedo verlo en su expresión.

Nuestras miradas se enlazan y soy la primera en romper contacto. Ahora puedo ver las gotas de lluvia estrellarse con fuerza en el muro de cristal detrás de aquél féretro de madera en el cual yacía el cuerpo de mi padre.

—Allegra ¿no te apetece salir un momento?— la voz de mi mejor amiga me hizo buscarla con la mirada.

—No me apetece nada realmente. De igual manera creo que sería bueno...— le contesto y me pongo de pie. Sé que ella está detrás de mi. Ah sido mi sombra y se lo agradesco genuinamente.

Al abrir las puertas principales de aquella funeraria, la humedad y la baja temperatura se estrella en mi rostro. Debajo de la techumbre de la entrada se encontraban un par de bancos en los cuales nos sentamos eligiendo el mas lejano; inspiré todo el aire que pudieron retener mis pulmones y me deje a la intemperie del vacío.

—Jeanne... deberías ir a descansar. — le dije y no obtuve respuesta.— Voy a seguir aquí por la mañana. No tengo intensiones de ir a ningún lado...

—No voy a dejarte sola, Allegra.

No insistí, asumí y agradecí su presencia recargando mi cabeza en su hombro.

No sé cuantas horas han pasado, pero sé que han pasado unas cuantas, los ríos de agua pluvial son más grandes. Jeanne incluso había sido vencida por el sueño un par de horas y al despertar fue en busca de café...

No hay nada en mi mente, nada bueno, nada malo, solo lluvia, solo corrientes de agua... solo las imágenes que mis ojos capturaban se hacían visibles en mi mente. Solo eso.

De pronto un vaso con un liquido obscuro y humeante aparece en mi campo visual.

Lo observo con atención y el aroma no tarda en adentrarse a mis fosas nasales... es fuerte el aroma, y tan fascinante el danzar de su vapor.

La mirada captura una imagen mas, ahora estoy atenta aquellos dedos que sostienen el vaso, son anchos, y demasiado bronceados para ser los de Jeanne...

Levanto mi mano e inconscientemente me encuentro acariciando suavemente la piel áspera de aquella mano. Mi cuerpo se sacudió como si de aquella piel fuese un conductor de electricidad.

¿Dónde estaba Jeanne?

¿Qué hacia esa mano ahí?

Tomo el café y la mano desaparece.

No soy capaz de entender lo que sucede. Solo debería girar el rostro y ver quién es el dueño de aquella extremidad. Pero me resulta complejo.

Mi mirada volvió a perderse en aquel liquido obscuro y su hipnótico vapor aromático... nuevamente el tiempo volvió a pasar y no fui capaz de siguiera suponer cuanto había sido.

Solo pude notar que el liquido de aquel vaso ya se había enfriado, ya no emanaba vapor. Mis dedos se sentían entumecidos. Agradecí en un susurro apenas audible cuando alguien retiro el vaso de mi mano. Unos instantes después una masa cálida acariciaba mi piel. ¿Cómo sabía que aquello aliviaba un entumecimiento que no podía expresar?

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2023 ⏰

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