·Karl Heisenberg - RE8·

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Título: Dentelladas de acero. ( II )

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P.O.V Omnisciente.

Habían pasado horas desde que el mutante la había dejado sola. La espalda había empezado a dolerle de verdad, y sus muñecas estaban tan fuertemente atadas que un pequeño hormigueo corría por sus dedos indicando que sus extremidades no aguantarían mucho más. Además de que el intenso calor de la sala hacía que se mareara por momentos. Estaba deshidratada.

El fuerte golpe que dio la puerta al dar contra la pared la sobresaltó, y vio cómo el hombre de cabellos grisáceos hacía acto de presencia, acercándose a ella rápidamente.

Aunque su postura y su andar fueran seguros, los ojos de Karl iban y venían, perdidos. Y es que estaba tan sumido en sus pensamientos, que no pudo notar como la chica detenía sus orbes celestes en cada una de sus facciones. Tal vez fuera la falta de agua o de comida, pero empezaba a encontrar atracción en el mutante. Es más, empezaban a gustarle las prendas que este vestía, y como le quedaban.

De una vez por todas, Heisenberg, que se encontraba a un lado suya, posó su fuerte mano sobre el muslo de la chica, provocando que esta le prestara total atención.

– Veras, pequeña fiera... Me ha surgido un pequeño revés. – Dijo queriendo ocultar lo que sentía. – Así que es tu día de suerte... Podrás irte de aquí. –

Tn alzó las cejas sorprendida, era de las últimas cosas que esperaba oír. Por lo que había escuchado, quien entraba en la fábrica, no volvía a salir, al menos no con vida. Así que escuchar aquellas cuatro palabras, le generó una infinidad de preguntas.

– Aunque no seamos idiotas... ambos sabemos... – Clavó sus dedos en el muslo de la chica. – Que deberás hacer algo a cambio. – Sonrió con arrogancia.

Aquello último resolvió gran mayoría de las dudas. Como no, librarse de un alpha siempre tenía un precio.

Enseguida la mueca de sorpresa de la fémina fue sustituida por una de angustia y desconfianza, lo cual hizo que al contrario soltar una carcajada. Intimidar a pequeños omegas le resultaba de lo más divertido.

– Tranquila, has tenido suerte, no te haré nada por ahora. – Continuó una vez calmó su risa. – Pero mi única oferta si quieres seguir siendo así de bonita... – Señaló con un pequeño movimiento de cabeza el cuerpo de ella. – Es que tú deberás volver cada noche hasta aquí y pasar la noche junto a mí. –

La idea de poder volver a verlo más adelante la entusiasmó por unos instantes, pues aquel sujeto había empezado a atraerla de una forma extraña, pero fascinante. Era solitario, vanidoso e incluso vulgar, pero a la vez parecía esconder más secretos, gustos y ambiciones que cualquier persona que hubiera podido conocer.

RESIDENT EVIL - ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora