Caminaba por las calles apurado en busca de un bus cercano que lo conectará cerca de su universidad, hoy probablemente llegaría tarde de nuevo a su primera clase. La verdad ya no importaba, solo esperaba graduarse pronto de esa carrera para irse del país.
En cuanto terminara de abriría pasó a nuevas oportunidades en España, de todas formas solo le faltaba 1 semestre para acabar. Extrañaba España, extrañaba sus amigos y familiares; quería volver.
Apenas vió el alimentador esperó ansioso a parara para entrar de una vez por todas. Era comienzo de semestre, no se podía dar el lujo de llegar tarde al final de todo. Entrando sintió el calor que emanaban todos los presentes y ese asqueroso olor tan familiar de sudor y mil colonias mezcladas en el ambiente.
Sin darle más sentido pasó su tarjeta y tomó asiento en los últimos puestos, sería más fácil bajarse. El día estaría particularmente oscuro, las nubes se podían leer perfectamente indicando un día de lluvia, por suerte había llevado su sombrilla consigo; que horror salir a mojarse.
Se acomodó como solía hacerlo con sus audífonos y la música a todo volumen limitándose a solo admirar los paisajes putrefactos del recorrido. Por un momento se sintió relajado y en calma, no había ruido, no había nadie que lo pudiera interrumpir, nadie a su lado.
Estaba solo como siempre.
Desde la ruptura con su ex pareja y los problemas que se le vinieron encima más algunas acusaciones falsas, discusiones con amigos entre todo ese ambiente tan estresante decidió tomar la decisión más impulsiva en toda su vida, irse a los Estados Unidos para empezar desde cero. Nueva vida, nuevo todo.
– Carajo. - maldijo por lo bajo sin que nadie lo escuchara, o algo así había pensado hasta ese momento.
– ¿Disculpe? ¿Hay algún problema? - preguntó un joven sentado al lado suyo, era de piel blanca, cabello un poco largo que cubría con un gorro, ojos un tanto raros como una combinación de claros y oscuros y para terminar un aura algo ¿rara? ¿amorosa? Cómo una abuela que cuida gatos.
Con los pelos de punta se limitó a solo negar con la cabeza, no quería admitirlo pero ese chico lo había asustado demasiado ¿Quien se sentaba al lado de alguien sin hacer ningún ruido? Era como si no tuviera presencia propia, en cualquier momento te llegaba por detrás con ese aura misteriosa pero algo ¿encantadora?
– ¿De dónde eres? No pareces de estos lados - preguntó el joven intentando hacer un tema de conversación con el otro.
Nervioso ante la pregunta fingió no haberlo escuchado por la música de sus audífonos.
– Sé que estás escuchando, no te hagas - soltó sin ningún tipo de pena, como si se conocieran de hace días. Cómo si ya tuvieran esa confianza.
– Perdón no era mi intención- volteó para verlo a los ojos buscando cierta pizca de enfado o aceptación a sus disculpas, sin embargo no hubo nada. Ese chico era otro caso especial - y sí, no soy de por acá.
– Lo sabía, tienes vibra de... - se puso a pensar haciendo esa típica pose de caricatura poniendo el dedo en su quijada y haciendo la cabeza a un lado, dando un aire de inocencia - ¿Español?
Si había acertado, no tan sorprendentemente pues su acento seguía siendo muy claro y obvio, además que probablemente lo había escuchado cantar alguna parte de la canción que estaba escuchando. El chico ya tenía una idea de su origen.
– vaya...¿fui tan obvio? - preguntó fingiendo estar sorprendido y desconcertado ante su maravillosa capacidad de adivinar.
– No, solo que tengo algunos amigos que son de allá - lo miró de reojo pendiente de que expresión pondría esta vez - y dime ¿hacía dónde te diriges?
– ¿Por qué te lo diría? - desconfiado se alejó un poco del contrario tratando de comunicar su incomodidad y actitud alerta antes el comentario.
El joven comenzó a reír al ver la actitud que mostró su compañero de asiento. Si algo tenía en claro ahora mismo es que era desconfiado y no era como el resto que captaba la indirecta del mensaje. Una vez que terminó de reír lo volvió a mirar mostrando una enorme sonrisa de diversión.
– Bueno amigo, yo me dirijo a la universidad de la próxima cuadra - tomó su mochila acomodándose para bajar pronto - y como imaginarás voy retrasado.
– oh - fue lo único que soltó, al parecer se vería obligado a ser el acompañante de este chico en lo que llegaban caminando a la universidad. Bueno tal vez solo era un simple universitario buscando alguien con quién hablar para liberar su estrés ante el retraso - yo también estudio allí.
– Lo sé.
Un silencio abrumador volvió a inundar el espacio entre los dos ¿Por qué sabe dónde estudia? ¿ Hizo alguna expresión conocida? Ese estudiante era extrañamente desconcertante y difícil de leer; incómodo de estar junto a él. No era una persona normal, leía a los demás pero no se dejaba leer, o algo así. Ya ni entendía porque le siguió la corriente de hablar.
Un risa volvió a interrumpir sus pensamientos, de nuevo se estaba riendo de su actitud. Suponía que era un burlón.
– Lo digo por tu mochila, dice el nombre de la institución. - sonrió mostrando una clara burla hacia su persona.
De nuevo esa risa, de nuevo esa sonrisa. No estaba acostumbrado a hablar tan frecuentemente con gente de acá, más sus habilidades sociales bajas de por si lo estaban poniendo en desventaja y con los pelos de punta ante el muchacho.
– Ya llegamos, ¿Por qué no caminamos juntos? - se ofreció de compañía en su trayecto de la parada a la universidad.
– Claro vamos.
Bajó detrás de su nuevo conocido siguiéndole el paso que para ser sincero no era tan difícil pues con su altura sus piernas no daban para dar grandes pasos en lo que caminaba.
– Creo que no me presenté apropiadamente.
– ¿Qué?
– Mi nombre es quackity.
Ofreció su mano para darnos el típico apretón de gerente. Demonios el chico era todo un educado, se vió obligado a decir de igual forma su nombre.
– Yo...soy Luzu - acepté su apretón que me recibió con una fuerza que no pensé que tuviera - encantado de conocerte quackity.
– El gusto es mío - sonrió de nuevo, diablos esa maldita sonrisa que lo estaba asesinando de una forma tan macabra. Ahora mismo se veía incapaz de volver a presenciar su sonrisa sin sentir un cosquilleo en su estómago y unas ganas de vomitar, ¿esto era intoxicación o amor? ¿Qué coño estaba pasando?
Y para terminar, como si esto fuera una típica historia de amor en cuanto se tomaron de las manos un extraño viento hizo presencia agitando el cabello del pelinegro dándole un toque agradable a la vista.
– Dios.
– ¿Disculpa?
– Dios.
¡Hola! Por favor avisar si necesita alguna corrección, muchas gracias.
〜(꒪꒳꒪)〜
ESTÁS LEYENDO
cannibal
Horror"me pongo tan hambriento cuando dices que me amas" Y es que no podía culparse, nadie que la probara lo haría. El sabor de aquella carne era tan exquisito; difícil de conseguir lamentablemente, la carne que comía dos o tres veces al menos. Un aliment...